La Vanguardia

Jugar, competir y ganar

- Joan Golobart

Cuando uno practica deporte desde la infancia, en la medida que hay cierta evolución, va viendo que las perspectiv­as cambian. Uno empieza por jugar para pasárselo bien. En mi caso fueron el fútbol y algo de tenis. Y me imagino que esa sensación de llegar a coordinar el espacio-tiempo con una pelota que se mueve a cierta velocidad y con un rival que se acerca debió seducirme.

Luego llegaron las combinacio­nes con mis compañeros, intuir lo que va a hacer el otro o saber transmitir­le lo que quieres tú. Un sinfín de sensacione­s que cuando consiguen su propósito la dopamina debe fluir por el cerebro.

Pero en esta sociedad y como animales que buscamos la superviven­cia, aparece otra necesidad, que es la de competir. La de ser mejor que el rival. Y en deportes de equipo todavía es más acuciante, porque aun estando en situación algo precaria, el resto de compañeros te puede permitir conseguir el objetivo. Competir viene a ser el sinónimo más claro de superarse uno mismo y eso es realmente un gran placer. Ya que puedes llegar a competir siendo inferior. Y durante ese proceso llegas, en la medida de que tienes nivel, a la necesidad más absoluta y más compleja que es obsesionar­te por la victoria, es decir, por ganar. Y eso ya es mucho más complicado. Porque en los pasos anteriores, con ciertas cualidades físicas y respuestas neuromuscu­lares, todos podemos llegar. Incluso podemos sentirlas teniendo un nivel bajo porque no deja de ser una sensación. Y las sensacione­s son realidades que genera nuestro propio cerebro. Pero el ganar no, el ganar no viene determinad­o por tu cerebro. Existe un valor numérico que demuestra que has ganado o que no has ganado. Aquí no valen las historias mentales.

Y para ganar y sobre todo para conseguir ganar siempre, hay que ser de una pasta especial. Hay que poseer tanto una mente muy fuerte como una ambición a prueba de todo. Si no que se lo digan a Tsitsipás y que le pregunten qué le pasó por la cabeza cuando un veterano como Nadal le superó en el Trofeo Godo el pasado fin de semana.

Eso es lo que pensé cuando Guardiola fichó por el Manchester City. ¿Que iban a jugar bien? Yo estaba convencido de ello. ¿Que la gente iba a flipar con sus métodos y filosofía de trabajo? También lo tenía claro. ¿Que el City se iba a convertir en un club ganador en Europa? Pues tenía muchas dudas y por eso pensé que ese era un gran reto para Guardiola. Por mucho dinero que le pusieran encima de la mesa. Porque al final las entidades son lo mismo que los seres humanos y poseen una energía que les permite ser ganadores o no. Dentro de poco veremos si Pep ha conseguido su misión.

Dentro de poco veremos si Pep Guardiola ha conseguido alcanzar su misión en el City

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REUTERS Josep Guardiola aplaude a Walker
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