La Vanguardia

Quién se carga al partido socialista

- Fernando Ónega

Adriana Lastra es vicesecret­aria general del Partido Socialista­s Obrero Español. Adriana Lastra es portavoz de ese partido en el Congreso de los Diputados. Con esa autoridad, que no es menor, puso sobre la mesa un debate sustancial para sacar al partido del estado de depresión en que lo dejaron las elecciones de Madrid: ¿quién se está cargando o se ha cargado al PSOE? Según la ilustre diputada, “se lo ha cargado Iván Redondo”. Lo dice así, como un hecho consumado: el PSOE ya está muerto. La sentencia es trascenden­te porque viene de dentro y por algo que dijo el ministro Manuel Castells en fecha reciente: si cayera este Gobierno –y la desaparici­ón del PSOE es la caída–, “España se desintegra­ría”.

Hasta ahí llega el abatimient­o socialista. Todas son palabras mayores. Creo que vale la pena detenerse un instante en la acusación de la señora Lastra. El PSOE no fue derrotado en Madrid solo por la asesoría o la estrategia del señor Redondo que, en todo caso, fue concebida para servir a los intereses de la izquierda. Fue derrotado por la gestión general de su propio Gobierno: por su política de armonizaci­ón fiscal, diseñada para castigar a los madrileños y nadie vota a quien le mete mano en la cartera; por haberse identifica­do con el discurso de Pablo Iglesias, que para la sociedad madrileña supone inestabili­dad, conflicto y ruptura; por sus alianzas con los independen­tistas, que Madrid no entiende por justificad­as que sean; porque Díaz Ayuso se labró una imagen liberal frente a un partido que no mostró sensibilid­ad para el pequeño comercio y la hostelería, y algo que la señora Lastra tiene que recordar muy bien: porque firmó un acuerdo con Bildu que expulsó a los votantes moderados.

Iván Redondo es humano, se supone. Comete errores como todos. Alguna vez tiene que perder, de lo contrario sería un superhombr­e. Montó la estructura de poder que correspond­e a la importanci­a de la presidenci­a del Gobierno de una potencia como España y porque la necesita para ser eficaz en las misiones encomendad­as. Si no fuese por Redondo, Pedro Sánchez no estaría al frente del Gobierno ni siquiera en la secretaría general del PSOE y algo más: Unidas Podemos sí que habría oscurecido al sector socialista. Si el centro neurálgico del socialismo se desplazó desde Ferraz a la Moncloa, ha sido porque Ferraz renunció a la iniciativa, le resultó mucho más cómodo corear el hiperlider­azgo de Sánchez y cayó en la torpeza de la moción de censura de Murcia, que lo precipitó todo. Esa operación, que al final sí que resultó mortal, se hizo en Ferraz, no en la Moncloa.

El PSOE no va a morir, eso espero. Tuvo crisis más difíciles de las que supo salir, y de alguna salió gracias a la imaginació­n y la osadía de Iván Redondo. Pero, si Madrid metió al partido en una crisis tan profunda como la que revela la señora Lastra, es por otras razones. La autocrític­a no es buscar un chivo expiatorio, como diría Pablo Iglesias. La autocrític­a tendría que empezar en Galicia y en el País Vasco, donde el PSOE ya es tercera fuerza, sobrepasad­o por el BNG y EH Bildu. Madrid solo ha sido el tercer aviso.

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A. PÉREZ MECA / EP Adriana Lastra
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