La Vanguardia

“Yo alucinaba con Tarzán”

“Me entreno cuando puedo, pero lo hago a diario: es sagrado”, dice el chef Marc Ribas

- Sergio Heredia

Si se sacude, es grasa

Arnold Schwarzene­gger

–Deme un rato, tengo que calentar –me dice Marc Ribas (45).

Y bucea entre los hierros del Anytime Fitness Terrassa, su gimnasio.

Marc Ribas rota manguitos. Practica sentadilla­s con poco peso. Y pectorales en la banca.

Mané Espinosa, el fotógrafo, va tras él por la sala. A los diez minutos, Marc Ribas ha roto a sudar. A los veinte, sube el peso. Luego eleva la apuesta.

Dice:

–Y ahora, a tope con el peso muerto. Se pone el cinturón.

Se echa magnesio en polvo en las manos. Le carga 180 kilos a la barra.

¡180 kilos!

Una, dos, tres. –¡Arghhhhhhh!

(...)

Luego se seca el sudor de la frente, nos sentamos y conversamo­s.

–Tenía 35 años cuando me tomé mi primer

–me cuenta.

gin tonic

–¿...?

–Todos, hombres y mujeres, podemos desarrolla­r un cuerpo estético. No debemos ponerle límites a nuestros sueños. Pero destacar en esto... eso ya es otra cosa. En el culturismo, necesitas que el sistema digestivo aguante. Que los hígados y los riñones aguanten las proteínas. Que las articulaci­ones aguanten los entrenamie­ntos largos y pesados. Y que la mente aguante las autolimita­ciones. Cuando iba por ahí con mis amigos, ellos se tomaban cosas que yo no me podía tomar.

–¿Y qué se toma usted al sentarse en la terraza de un bar?

Marc Ribas ríe.

Y señala, con el índice, su taza:

–Ya lo ve: ahora, un café. O agua, infusiones, o Vichy. ¿Un vino?, alguna vez...

–¿Y para comer?

–Esto es duro. A veces me como un boniato hervido mientras mi compañero de mesa se baja una tostada con Nutella... Esa es la lección que sacas de todo esto: si eres capaz de resistirlo todo, serás mejor. Se trata de equilibrar las cuatro patas: entrenamie­nto, nutrición, descanso y suplementa­ción. –¿Tanto pesa la dieta? Marc Ribas ríe de nuevo. Sabe de esto, de gastronomí­a. Lleva años entre ollas. Es el chef de TV3. Desde el 2016 presenta

Cuines y en estas semanas está rodando la nueva temporada de Joc

de Cartes.

–La dieta del culturista debe ser controlada y estricta. Yo tomo productos orgánicos, ecológicos y de proximidad. Esto último no es una tontería: cuanta más calidad, mejor. Cualquier pollo, ternera o pescado no me satisface. Además, tengo que hincharme a comer...

–¿...?

–Son seis comidas al día. Y deben ser abundantes. ¡Qué deprisa pierdo peso y cuánto me cuesta ganarlo! A menudo me pongo a comer sin hambre. Y es terrible, porque hay que empujar hacia adentro.

–¿Y por qué hace todo esto?

–Me viene de niño –me contesta. Marc Ribas retrocede a su infancia. ¡Cuántas respuestas encontramo­s allí! Tenía ocho o nueve años y veía la televisión.

–Alucinaba con Tarzán. Veía el asombroso cuerpo de Johnny Weissmulle­r y quería ser como él. O como Conan. O como Rambo. A los trece años quise ir al gimnasio. Me echaron: me dijeron que era demasiado joven para las pesas. Que hasta los 16, nada.

–Y volvió a los 16.

–Volví a los 16...

–¿Y eso no es malo?

–Una cosa son los músculos y otra, los huesos. El deporte de impacto bloquea el crecimient­o. La musculació­n, no.

–Pero los gimnastas son pequeñajos...

–No tiene que ver con su musculatur­a, sino con su condición natural. El cuerpo pequeño es más controlabl­e y hábil. En culturismo pasa lo mismo. Si superas el 1,80 m, malo. A partir de esa estatura, el cuerpo queda más desproporc­ionado. Tienes las piernas demasiado largas, o cortas. El culturismo va de proporcion­es y líneas. –¿Y Schwarzene­gger...?

–Es cierto que mide 1,88 m, pero es una excepción. Eso hoy se penaliza: las piernas se ven demasiado cortas...

–¿Usted se entrena a diario? –Por supuesto. Es una cuestión física y mental. Como quien corre, o escala, o hace yoga. Cuando viajo para rodar, pido que me abran gimnasios a horas intempesti­vas. Es mi momento. Y lo necesito a diario.

–¿Y siempre ha competido? –Había dejado de hacerlo a los 27 años, aunque nunca abandoné el gimnasio. En el 2004 era quinto en un Europeo amateur en peso ligero (Budapest). Entendí que no sería Mr. Olympia y que debía ayudar en casa. Éramos gente obrera. Estudiaba Bellas Artes y, para pagármelo, entré en la gastronomí­a. En el 2016 era jefe de cocina en Matís cuando supe de un casting en TV3. Concursé y les gusté. Y hace año y medio decidí volver a competir: pienso ir al Arnold Classic de Ohio del 2022. –¿Se gana con esto?

–Ahora están las redes sociales y los modelos publicitar­ios. Pero en mi juventud no había nada: los culturista­s éramos bichos raros. –¿...?

–Yo no iba a la piscina, ni a la playa. Me miraban, y no me gustaba.

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MANÉ ESPINOSA Marc Ribas, en el gimnasio Anytime Fitness Terrassa, la semana pasada
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