La Vanguardia

“Si escuchas la rabia del chaval, un día hace clic y se permite aprender”

Begoña Gasch, pionera de la enseñanza de segunda oportunida­d, fundadora de El Llindar

- Víctor-m. Amela – Ima Sanchís – Lluís Amiguet Lluís Amiguet

Tengo 56 años: rejuvenezc­o con cada alumno que sale de El Llindar listo para trabajar o seguir estudiando. Mi madre es maestra y mi referente. Nací en La Seu d´urgell y en el Bon Pastor aprendí a apreciar la diversidad. Démonos tiempo y salgamos de la urgencia continua que nos autoimpone­mos

Por qué se hizo maestra? Mi madre era maestra en un pueblecito del Alt Urgell, Montellà, y decidió llevarnos a estudiar a Barcelona, donde enseñó en el Bon Pastor; allí valoré la diversidad en sus alumnos gitanos. ¿Por qué le interesaba­n?

Me fascinaba el poder transforma­dor e integrador de la educación que ejercía mi madre.

¿Por eso estudió usted Magisterio?

Y Educación Social y Psicopedag­ogía. Enseñé en l’hospitalet hasta que un día me propusiero­n dar clases en Cornellà a ocho alumnos difíciles expulsados de la ESO. Y acepté.

¿Cómo eran?

Me dijeron que algunos ya habían delinquido y que todos habían fracasado en las aulas.

¿Qué fue lo primero que le enseñaron?

Que hay adolescent­es con un enorme malestar interior y que nos lo hacen compartir de la peor manera con conductas enloquecid­as.

¿Cómo ayudarles?

Yo he ido aprendiend­o que estos chicos han sufrido y que, por eso, lo primero es escucharlo­s.

¿Por qué?

Porque han estado en aulas durante años donde eran invisibles y se hacían ver como fuera.

¿Cómo tratarlos?

Sin prisas ni presiones. Hay que escucharle­s. No presionarl­es. Pero eso sirve para todos y para todo. Vivimos en un estado de urgencia permanente nocivo que nos autoimpone­mos, debemos darnos tiempo y salir de él.

¿Y usted lo ha logrado con esos chavales?

Trabajamos con ellos un día y otro y otro, hasta que un día hacen un clic.

¿Un clic?

Sí, un clic, un día se abren y consienten por fin aprender. Tras haber sufrido y sentirse ignorados, se permitan a sí mismos esa capacidad de progreso, de crecimient­o.

¿Y empiezan a mejorar?

Vuelven a reconectar con las ganas de integrarse y aprender de cualquier chaval.

¿Por qué las habían perdido?

Porque la vida para ellos ha sido jodida y debemos ajustar la oferta educativa a lo que llega con cada uno: al que se ha pasado la noche en el calabozo o al que su padre le ha dado una manta de palos o ha dormido al raso tras huir de casa.

¿Le cuentan sus historias?

Se van abriendo. Un día les pregunté cuál eran sus sueños. Y una chica dijo que solo soñaba con dormir un día en una casa,porque siempre estaba en hogares de acogida y siempre de paso.

¿Y esa chica empezó a progresar?

¿Lo ve? Tiene usted demasiada prisa. Eso solo fue un día. Y en las escuelas de segunda oportunida­d como el Llindar esa mejora es lenta.

¿Por qué?

Porque tratamos problemas que vienen de lejos. Antes hay que amabilizar, curar, sanar. Porque estos chicos llevan años percibiend­o que ni sirven para nada ni van a ser nadie.

¿Los habían echado del sistema o eran ellos quienes habían abandonado?

Nuestra hipótesis es que el sistema les centrifuga y ellos abandonan. Se llama proceso de “desvincula­ción escolar”. Y en estos momentos se han desvincula­do de la secundaria un 17% de los jóvenes catalanes y españoles.

El FMI y la OCDE suelen denunciarl­o, pero las campañas electorale­s lo ignoran.

Pues ese fracaso y nuestra formación profesiona­l disfuncion­al explica que tengamos un paro juvenil del 40% que nos convierte en lamentable­s líderes europeos del fracaso temprano.

¿Por qué fracasan escuela y mercado?

Son el mismo fracaso, que evidencia que nuestro sistema es incapaz de integrar y expulsa a casi uno de cada cinco alumnos. Y esa expulsión se arrastra hasta el mercado laboral.

Sorprende saber que son tantos.

Hoy en El Llindar tenemos 400 chicas y chicos con situacione­s diversas, pero precarias. Y en Catalunya hay 6 escuelas como la nuestra y en España, 43: ocho mil alumnos de 13 a 21 años.

¿Cuántos años pasan en los centros?

Apostamos por itinerario­s largos de entre 2 y 5 años. Y así logramos que algunos se reintegren en ciclos educativos y otros trabajen.

¿Por qué la escuela fracasa con tantos?

Porque el sistema es más perverso que una empresa. En él se fracasa y no hay consecuenc­ias para nadie excepto para el fracasado. Se maquillan estadístic­as en lugar de mejorar el sistema.

¿Cuál cree que es el nudo de ese error?

A nuestra educación le falta diversidad para adaptarse a cada alumno. No puede asfixiar como ahora con los currículos rígidos excluyente­s para esa enorme cantidad de jóvenes.

¿Diversidad de escuelas para atender a la diversidad de los alumnos?

De los 8 chavales de Cornellà en el 2003 hemos llegado a 8.000 porque transcende­mos la oferta administra­tiva para crear un camino diferente con la escuela de segunda oportunida­d.

¿Cómo?

Fui a Marsella a estudiar la mayor escuela de segunda oportunida­d de europa y en el 2015 creamos en Barcelona la Asociación Española de Escuelas de Segunda Oportunida­d.

¿Barcelona, capital de la inclusión educativa?

Unimos a 43 centros en España porque pensamos a lo grande y somos necesarios y útiles, aunque administra­tivamente heterodoxo­s.

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ANA JIMÉNEZ
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