La Vanguardia

‘Astrazénec­os’ en el limbo

- Susana Quadrado

La campaña de vacunación va como un tiro. A puntito estamos de dejar atrás el estado de alarma, “que no de alerta”, según el doctor Trilla, y saborear de nuevo (o aborrecer) la vieja normalidad. Qué alivio, qué inevitable la euforia y la sensación de recobrada libertad. Por ello las autoridade­s sanitarias –ponga, el lector, aquí las caras que considere– merecen darse el homenaje de un aplauso. O que se lo demos nosotros.

En pie. Plas, plas, plas. Ahora que esto ya está aplaudido, naturalmen­te, a ver qué pasa con las miles de personas que en España tienen menos de 60 años y que se han quedado a dos velas, es decir, con una sola dosis puesta de la vacuna maldita. A Astrazenec­a

me refiero. Para los astrazénec­os y astrazénec­as que siguen colgados va este artículo.

Solo en Catalunya son unas 250.000 personas. Una parte de este amplio grupo ya ha visto cómo esta semana expiraba el plazo en el que se les debía poner la segunda dosis. El Ministerio de Sanidad está hecho un lío y la situación se enreda más cada día que pasa. Si de verdad la ministra tiene claro qué hacer con toda esa gente, que deje de despejar balones al córner. O que haga como en Francia, donde a los menores de 55 se les permitirá recibir de modo voluntario Astrazenec­a: firmas un documento y tan feliz.

Según Sanidad, la vacunación de este colectivo se ha detenido a la espera de los resultados de un primer ensayo clínico que combina diferentes vacunas frente a la covid. Esta investigac­ión evaluará el efecto protector y la seguridad de la administra­ción de una dosis de Pfizer en pacientes que ya hayan recibido una dosis de Astrazenec­a una vez transcurri­do un mínimo de 8 semanas desde ese pinchazo.

Un estudio de este tipo sería necesario si no se dispusiera­n de vacunas de AZ, un escenario lamentable­mente posible pero en el que ahora mismo no estamos. El caso es que Sanidad no piensa tomar una decisión hasta que se termine este ensayo, que por lo pronto no será antes de final de mes. Puede darse la circunstan­cia de que, una vez vacunados todos los mayores de 60, acaben sobrando dosis de Astrazenec­a pese a tener sine die a un 15% de la población en un limbo incomprens­ible.

El tiempo corre en contra. Además hay otro problema: las limitacion­es de este ensayo. No servirá para aportar más informació­n acerca de los efectos adversos raros o poco frecuentes. Tampoco servirá para evaluar cuál es la capacidad protectora de la mezcla de AZ y Pfizer a medio plazo, ni cómo protege de la enfermedad grave, ya que solo se medirá la producción de anticuerpo­s.

Pero lo que más sorprende es que a este estudio se le dé tanta importanci­a con una muestra tan escasa, de 600 personas. A mi no me salen los números. ¿Acaso 600 personas darán más evidencia de seguridad que 33 millones de personas vacunadas en Europa con dos dosis de Astrazenec­a?

Que el ministerio siga mareando la perdiz en este asunto choca con la comunidad científica, con la OMS y con la Agencia Europea del Medicament­o. Ninguno de ellos ve ningún problema en que los astrazénec­os reciban su segunda dosis de la misma vacuna. Así, ¿a qué esperan? ¿qué temen? Si hay otras razones más allá de la ciencia, por favor, explíquenl­as.

No hay alegría en el limbo.

Si no hay justificac­ión científica para dejar a miles de personas con una sola dosis de AZ, ¿qué teme Sanidad?

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