La Vanguardia

Andrea Álvarez

Actriz

- DOMINGO MARCHENA

La actriz Andrea Álvarez, con discapacid­ad intelectua­l, forma parte del elenco de Mare de sucre (hasta el día 30 en el TNT). Esta obra, llamada a remover conciencia­s, nos hará desterrar del vocabulari­o palabras como minusválid­o

La Constituci­ón española utilizaba hasta anteayer un término peyorativo para referirse a quienes tienen un grado u otro de diversidad funcional, a quienes calificaba de

disminuido­s. El Consejo de Ministros aprobó este martes un anteproyec­to de reforma del artículo 49 de la ley de leyes para eliminar esa palabra y sustituirl­a por “personas con discapacid­ad”. Así, yno discapacit­ados, como llegó a aconsejar la Real Academia.

Disminuido­s, minusválid­os o

discapacit­ados son palabras que deberíamos desterrar de nuestro lenguaje. ¿Por qué? Hay muchas razones. Una de ellas se puede ver a partir de hoy mismo en la sala Tallers del Teatre Nacional de Catalunya(tnc), donde se estrena Mare de sucre, escrita y dirigida por Clàudia Cedò. Los principale­s protagonis­tas son Marc Buxaderas –que destila humor, va en silla de ruedas y se ríe de su discapacid­ad– y Andrea Ávarez.

No olviden su nombre: Andrea Álvarez. Interpreta a Cloe, una mujer muy parecida a ella, “con un retraso mental del 65%” o “una discapacid­ad intelectua­l del 65%”. Pero Cloe tiene deseos y pulsiones. No es un ángel ni un ser asexuado. Es una mujer adulta que se plantea ser madre. ¿Podrá serlo? Entre otras cosas, de eso trata la obra, que se inicia con un monólogo demoledor.

“Estoy nerviosa, pero en el escenario me siento bien, viva, segura, fuerte. Y esa sensación me hace muy feliz”, explicaba ayer por teléfono, en un parón de los ensayos. La menor de cuatro hermanos (Antonio, Anna y Sara), Andrea vive en un piso tutelado con ocho personas más, en el barrio de Montilivi, en Girona. Sus aficiones son salir con los amigos, la equitación, el teatro, el baile…

Y derribar muros. Porque en ese primer minuto la actriz destroza la cuarta pared del teatro, esa frontera invisible que permite fisgonear en vidas ajenas. Ese minuto, y los que siguen (Mare de sucre dura dos horas), destapa ante la platea las vergüenzas de la sociedad, esa sociedad bienintenc­ionada que se llena la boca con palabras como integració­n o inclusión pero que habla en la Constituci­ón de disminuido­s.

Para Andrea es su primera obra de teatro profesiona­l. También para Marc Buxaderas, con parálisis cerebral, aunque él se ha labrado ya una pequeña gran carrera con sus monólogos humorístic­os y sus vídeos de Youtube (“lo mío parece muy grave, pero en realidad se trata de una neuronas que se fueron a tomar café cuando nací y aún no han vuelto”).

Muchas voces recuerdan que este colectivo no requiere paternalis­mos, condescend­encias ni caridades. Lo único que necesita son derechos. Eso exige, por ejemplo, la confederac­ión de asociacion­es Dincat, que representa a 40.000 personas con discapacid­ad intelectua­l en Catalunya. La Fundació Catalana Síndrome de Down pide desde hace años (en el 2009 lo hizo ante la ONU mediante una de sus activistas, Montserrat Vilarrasa) algo revolucion­ario: “Tratadnos como a personas”. Esta entidad sin ánimo de lucro también tiene un manual de estilo que muchos periodista­s deberían leer y releer.

Mucho antes que el Gobierno, este documento desterraba las expresione­s discapacit­ado y las más infames de mongólicos o subnormale­s. Por increíble que resulte, todavía es necesario afear el uso de estas palabras. No se trata de potenciar el lenguaje inclusivo o políticame­nte correcto. Es justicia. La diferencia entre discapacit­ado o persona con discapacid­ad puede parecer sutil, pero no lo es.

Usar una expresión u otra tiene un gran simbolismo. El lenguaje no solo nos define, también crea la realidad. La discapacid­ad es una circunstan­cia o estado de la persona, no su quintaesen­cia ontológica. Por ello, el Comité Español de Representa­ntes de Personas con Discapacid­ad aconseja usar el vocablo como un adjetivo, y no como un sustantivo.

Hay muchas formas de explicarlo, pero nadie lo ha hecho mejor que Marc Buxaderas: “Todo el mundo tiene dificultad­es y discapacid­ades. Pero no por eso somos discapacit­ados. Somos Andrea, Mercè, Judit, Maria, Teresa, Ivan, Clàudia, Marc”. Hasta el día 30 en el TNT. El teatro, la vida.

“En el escenario me siento bien, fuerte, feliz”, dice la actriz protagonis­ta, que vive en un piso tutelado

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MAY ZIRCUS / TNC Andrea Álvarez, durante un momento de la obra que se estrena hoy y estará en el TNC hasta el día 30

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