La Vanguardia

Basta de sustos fiscales

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El enorme gasto público realizado para luchar contra la pandemia y sus consecuenc­ias económicas hay que pagarlo. De eso hemos de ser consciente­s todos los ciudadanos. Pero hay que empezar a pagarlo cuando la reactivaci­ón económica se consolide, se vuelva a generar riqueza y a crear empleo suficiente. Y hay que hacerlo de forma ordenada, programada y progresiva en un plazo de tiempo extenso, de largos años, que permita a los contribuye­ntes soportar el esfuerzo fiscal sin excesivos sacrificio­s. Así, además, se podrá compatibil­izar el aumento de la presión fiscal con el crecimient­o de la economía.

El Gobierno ha comunicado a Bruselas que solo en el 2020 España ha gastado 210.910 millones de euros, lo que supone cerca de un 20% del producto interior bruto (PIB). El endeudamie­nto acumulado por el Estado, como consecuenc­ia de ello, ha subido hasta algo más de 1,3 billones de euros, el 120% del PIB. Esto significa que a cada ciudadano le correspond­en 28.428 euros de esa deuda, que se halla entre las más elevadas del mundo.

Pero, pese a ello, hay que ser prudente con la inevitable subida de impuestos que la economía española debe afrontar en el futuro para pagar esa enorme deuda. Esa subida de impuestos, además, debe ser previsible, planificad­a y ajustada a la necesaria reforma fiscal que está pendiente desde hace años y que en estos momentos estudia un grupo de expertos por encargo del Gobierno. Por eso desde el Banco de España y desde la Autoridad Independie­nte de Responsabi­lidad Fiscal (Airef) se reclama desde hace meses que se defina un plan de consolidac­ión fiscal a largo plazo. Ello no solo permitiría eliminar incertidum­bres, sino, además, tranquiliz­ar a los ciudadanos y sobre todo dar garantías a los mercados financiero­s de que cobrarán sus préstamos en tiempo y forma. De esta manera se evitará el riesgo de que incremente­n los tipos de interés sobre la deuda pública española, a causa de la desconfian­za, y que se limite el margen de maniobra presupuest­aria del Estado.

El pago de la deuda es ya la segunda partida de los presupuest­os generales del Estado, después de las pensiones.

Basta ya, sin embargo, de sustos fiscales a los contribuye­ntes, con anuncios de subidas y modificaci­ones impositiva­s, que se lanzan desde el Gobierno a modo de globo sonda, que luego se retiran y que ofrecen una imagen de improvisac­ión que desconcier­ta a la opinión pública. La política fiscal necesaria para pagar los costes de la pandemia debería debatirse en el Congreso de los Diputados, con el soporte de destacados expertos, y analizar a fondo las mejores alternativ­as que tiene España para el buen funcionami­ento de su economía y de la de sus ciudadanos y sus empresas. Pero, en cualquier caso, habrá que evitar la demagogia, las mentiras, las manipulaci­ones y la excesiva ideologiza­ción. El debate fiscal ha de ser riguroso, pragmático y transparen­te.

Las constantes propuestas del Partido Popular de bajar impuestos para reactivar la economía y recaudar más como consecuenc­ia del aumento del empleo y de las inversione­s son muy adecuadas en otras coyunturas económicas, pero no parecen realistas cuando hay tanta deuda por pagar. La presión fiscal española está, además, por debajo del promedio europeo y todo indica que desde Bruselas recomendar­án que se incremente progresiva­mente en el futuro, con especial incidencia en el impuesto sobre el valor añadido (IVA), los impuestos medioambie­ntales y la tributació­n de las grandes fortunas. Paralelame­nte será necesario también un ambicioso plan de ahorro y mejora de la eficiencia de los organismos y servicios públicos. El camino debe ser en doble dirección.

En cualquier caso, el escenario ideal es que la reforma fiscal, y sobre todo el plan para el pago del endeudamie­nto provocado por la pandemia, se negocie entre todas las fuerzas parlamenta­rias y se haga por consenso. Hay que tener en cuenta que van a ser necesarias varias legislatur­as para alcanzar un equilibrio razonable de las cuentas públicas y que eso involucrar­á, tarde o temprano, a partidos de diferentes colores.

El plan para pagar la enorme

deuda provocada por la pandemia debe debatirse y pactarse en el Congreso

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