Marina Abramovic, abuela de la performance y Princesa de las Artes
La artista, a juicio del jurado, es “una de las más emocionantes de nuestro tiempo”
Conocida como la abuela de la performance o el “soldado del arte”, como ella prefiere denominarse, la artista serbia Marina Abramovic (Belgrado, Serbia, 1946) ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021. Artífice de un arte radical y transgresor a través del cual ha puesto a prueba su propia vulnerabilidad, colocando su cuerpo en el centro de una exploración de los límites del miedo, el agotamiento, el dolor y la resistencia, se trata de “una de las artistas más emocionantes de nuestro tiempo”, según el acta del jurado presidido por Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Es la artista de performance más famosa del mundo y, en opinión del jurado, gracias a su “valentía en la entrega al arte absoluto y su adhesión a la vanguardia”, ha ofrecido “experiencias conmovedoras, que reclaman una intensa vinculación del espectador y la convierten en una de las artistas más emocionantes de nuestro tiempo”.
A lo largo de una trayectoria de cincuenta años, Abramovic ha hecho de la superación el gran tema de su obra. En su pieza Rhythm 10 (1973), clavó un cuchillo a toda velocidad entre los espacios de sus dedos; en Rhythm 0, se acostó en una galería en Nápoles junto a una mesa de 72 objetos (cadenas, látigos, una pistola...) e invitó a los asistentes a que hicieran con ella lo que quisieran hasta que perdió el conocimiento. Con el que fuera su pareja, Ulay, recientemente fallecido, se colocaron desnudos en un pasillo estrecho obligando al espectador a que rozara sus cuerpos, y pusieron fin a su relación en la Gran Muralla china, tras caminar 5.000 kilómetros de distancia desde extremos opuestos. Volvieron a encontrarse en el Moma, donde en el 2010 Abramovic permaneció 716 horas sentada y en silencio. Su última performance antes de partir será su propio funeral. Según ha dejado dispuesto, habrá tres ceremonias y tres ataúdes. Solo uno contendrá su cuerpo real. Pero nadie sabrá de cuál de ellos se trata.