Tosquelles, el psiquiatra que curaba a las instituciones
Joana Masó publica datos y textos inéditos del médico catalán
Francesc Tosquelles entra en la categoría de catalanes universales pese a ser un gran desconocido en su propio país. Psiquiatra a contracorriente, comunista crítico con el oficialismo soviético, republicano exiliado, Tosquelles fue un personaje heterodoxo cuya biografía ofrece aún muchos puntos oscuros y la mayoría de sus ensayos han sido editados solo en francés. Por esa razón, la publicación ahora del estudio Tosquelles. Curar les institucions (Ed. Arcàdia) de la crítica literaria y profesora de la UB Joana Masó es una gran noticia porqué no solo aporta datos biográficos desconocidos, como lo son muchas de sus relaciones y contactos con prestigiosos psiquiatras y artistas (Paul Eluard, Tristan Tzara, Jean Dubuffet, Antoni Artaud), sino que aparecen trufados de textos y ensayos que por primera vez son traducidos al catalán (por Adrià Pujol).
El libro forma parte de un proyecto de investigación sobre el legado de Tosquelles y está previsto que en los próximos meses pueda traducirse al castellano, francés e inglés. Se abre con una completa cronología del autor, que va desde su nacimiento en Reus en 1912 hasta su fallecimiento en Grangessur-lot (Francia), seguido de un análisis de sus trabajos y experiencias divididos en cuatro etapas: periodo de formación (1929-1936), experiencias terapéuticas de la guerra (1936-1939), su revolucionaria propuesta antipsiquiátrica (1940-1962) y el retorno a Reus y Barcelona (1968-1994).
Tosquelles estudió medicina y psiquiatría en una Barcelona que fue conocida como “la pequeña Viena” por la notable presencia de psicoanalistas centroeuropeos refugiados. Se empezó a psicoanalizar con el médico judío húngaro Sándor Eiminder, colaboró con Emili Mira y Ramon Sarró, y desde 1933 trabaja ya en el Institut Pere Mata, de Reus. Ideológicamente se aproxima al Bloc Obrer i Camperol (BOC), que se convertirá luego en el POUM (llegó a escribir una carta a Stalin para decirle que la singularidad catalana impedía una revolución como la rusa, y que aquí no había soviets sino “peñas”). Introdujo el teatro y el cine en los centros psiquiátricos, buscó la autonomía de los enfermos impulsando cooperativas para gestionar incluso el dinero que podían ganar con trabajos artesanales. Pero extendió también la formación a médicos, enfermeros, monjas… Como señala Joana Masó, “no buscó tanto la terapia de la clientela como el curar el mal de las instituciones, convertidas en administraciones atrapadas por la burocracia”. En una ocasión dijo que había que introducir el psicoanálisis en la escuela, la Iglesia y la Guardia Civil.
Durante la Guerra Civil trabajó en Almodóvar del Campo (Extremadura) en una terapia en la que hacía intervenir como enfermeras a un grupo de prostitutas. Pasó tres meses en el campo de refugiados de Setfons y finalmente encontró trabajo en un psiquiátrico de Saint-alban, al lado de Toulouse.
Próximo al POUM, escribió a Stalin que Catalunya era diferente: no habría soviets porqué aquí existían las peñas