Mecenazgo y compromiso
PILAR FORCADA (1949-2021) Comisaria artística y directora de arte
El obituario es un género periodístico del mundo anglosajón, que no resulta fácil. Menos aún cuando se trata de abordarlo en relación con una persona que era buena amiga. Uno de los maestros del género, Alden Whitman, una referencia en The New York Times de los sesenta –de quien hizo un magnífico retrato Gay Talese en Retratos y encuentros–, aconsejaba en estos casos apretar los puños y respirar hondo. Y eso es lo que he hecho antes de ponerme a escribir ante la página en blanco del ordenador personal.
Pilar Forcada era una mujer vital, apasionada del arte. De hecho, la última vez que nos vimos en su casa de l’ametlla nos mostró su última adquisición, una espléndida cabeza femenina de dos metros de Jaume Plensa, que presidía el salón. Lo que empezó siendo una afición, el coleccionismo, se convirtió con el tiempo en una intensa dedicación. En 1999 comenzó su labor de mecenazgo como comisaria artística y directora del premio Nacional de pintura Honda, una iniciativa cultural para premiar los valores emergentes del mundo artístico. En el 2010 puso en marcha la primera edición de Art Situacions para apoyar el arte contemporáneo, con dimensión internacional, exponiendo obras de nuevos creadores de España y Portugal en el Arts Santa Mònica de Barcelona, el Patio Herreriano de Valladolid, el Domus Artium de Salamanca y el Meiac de Badajoz. En la segunda edición, eligió artistas emergentes españoles e italianos, pudiendo contemplarse en Vila Crocce de Génova, el Macro de Roma y el Matadero de Madrid. Actualmente, estaba trabajando en la organización de Art Situacions III, para descubrir talentos en España y Francia. Había involucrado en su comisariado a figuras como Maria de Corral, Lorena Martínez de Corral, Chus Martínez y Vicent Todolí. Para dar continuidad a su proyecto, nació hace cuatro años el Premio Art Arco Madrid, iniciativa sin ánimo de lucro para estimular a creadores capaces de hacer dialogar el arte y la cultura con la ciencia y la tecnología.
Amiga de sus amigos, acompañada siempre por su esposo, el empresario Marcel Pascual, era una anfitriona única y una madre (y abuela) de excepción. En una ocasión, ante un óleo de Miró, y mientras llevaba en brazos a su caniche Mel, le pregunté si, como dijo en una ocasión el artista Alberto Giacometti, en un incendio, entre un Rembrant y un gato (yo dije “y un perro”) elegiría el animal o la obra de ate. No dudó ni un momento en ponerse del lado del escultor de El hombre que camina: tenía muy claro que el arte forma parte de la vida, pero no es exactamente la vida.
El maldito virus le jugó una mala pasada a Pilar: le ganó el pulso a la covid tras bastantes días en el hospital, pero su tratamiento la dejó con pocas defensas, hasta el punto que no pudo superar una complicación posterior.
Rafael Argullol escribe en El caçador d’instants algo que es lo que sentimos en estos momentos quienes conocimos a Pilar Forcada: “Después de la pérdida de alguien a quien consideramos imprescindible quisiéramos desaparecer y también arrasar el mundo entero. El dolor es la consecuencia de no llevar a la práctica ninguno de los dos deseos”. Y no siempre nos alcanza el consuelo.
Como Giacometti, en un incendio Pilar salvaría antes un gato que un Rembrant