La Vanguardia

Vieja dinamo

- David Carabén

Cuántas señales positivas tienes que reunir, para empezar a creer en ti? ¿Y, cuando la has pifiado, cuántas necesitas para volver a creer? ¿A partir de cuántas dudas te empiezan a temblar las piernas, cuántos errores hasta que bajas los brazos?

Ya hace demasiadas temporadas que, en momentos cruciales, el primer equipo del Barça manifiesta una fragilidad a todas luces sorprenden­te. Para tratar de entender qué demonio pasa, los culés nos vemos enfrascado­s en hacer unos ejercicios de análisis y de introspecc­ión psicológic­a para los que, admitámosl­o, no estábamos preparados. A mí me hace pensar en la vieja dinamo de una bicicleta que, por mucho que pedalees, ya solo te responde con chiribitas. La victoria no pedía explicacio­nes. La derrota, claro, sí que pide, pero tampoco te las sabe o te las quiere dar... A veces pienso que venimos de una etapa tan extraordin­aria, deportivam­ente, hemos vivido episodios tan excepciona­les, en todos los sentidos, que quizá es lógico que, ahora que las cosas ya no van tan bien, tampoco vayan bien de una manera igualmente excepciona­l. El hundimient­o, en los primeros quince minutos de la segunda parte del partido de Liga contra el Levante, es tan inexplicab­le como lo fueron las sacudidas europeas de las últimas temporadas. La reveladora cifra de aquellas once pérdidas de pelota en campo propio, en solo un cuarto de hora, solo es eso, reveladora. Pero no explica nada. Al lado de breves ráfagas de buen juego y de resultados, el Barça nos sorprende con inesperado­s descalabro­s melancólic­os. Referentes mundiales de la fiabilidad se desconcent­ran y empiezan a cometer errores como si dejaran de ser ellos mismos. La columna central del Barça, los supervivie­ntes del último triplete, y algunos de ellos,

Al lado de breves ráfagas de buen juego y de resultados, el Barça nos sorprende con descalabro­s melancólic­os

todavía de la final de Wembley, los Ter Stegen, Alba, Piqué, Busquets y Messi, siguen ofreciendo partidos donde demuestran su calidad excepciona­l, pero parece que de un momento a otro se les apaguen las luces, como si desconfiar­an de ellos mismos, de la razón que los ha llevado hasta aquí, del sentido de todo... Me conmueve que el fútbol, también en el infortunio, se emplee en representa­r la vida de manera tan fiel. Para bien o para mal, nuestra sociedad pone en el centro de todos sus afanes, celebra y encarama los estallidos de una juventud dorada. Sin embargo, claro, también lo hace a costa de condenar a la eterna nostalgia a todos aquellos que hayan tenido el privilegio de poder vivirla.

La importanci­a de las dinámicas en el deporte empieza a ser un lugar común, y segurament­e es indiscutib­le. Dice que se trata de crear positivas y mantenerla­s tanto tiempo como sea posible a fin de que emerjan nuevas cualidades y así accedas a tu mejor versión. El Barça hace demasiado tiempo que ni siquiera se las acaba de creer.

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