La combinada, para Brignone; el foco, para Shiffrin
Arrancan los Mundiales en Méribel y Courchevel
Si esto fuera cine, diríamos que Mikaela Shiffrin (27) es una actriz robaplanos.
Shiffrin aparece siempre en escena, le toque o no hacerlo. Y para muestra, un botón: este lunes, apertura del Mundial de esquí alpino en Méribel y Courchevel, la estrella estadounidense se saltaba una puerta y se veía descalificada en la combinada. Sin embargo, su nombre sobrevolaba el imaginario, pues Shiffrin anda a vueltas con la plusmarca universal de Ingemar Stenmark.
En la era de las cifras prodigiosas –los 14 títulos de Nadal en Roland Garros, los diez de Djokovic en el Open de Australia, los siete Balones de Oro de Messi, las dos horas de Kipchoge en el maratón, el inminente récord de puntos de Lebron James en la NBA...–, Mikaela Shiffrin reclama su espacio.
“Tal vez algún día llegue a superar la plusmarca de Stenmark –dice Shiffrin cuando le preguntan–, pero nunca seré capaz de superar su legado. Yo creo que no tiene porqué haber un solo GOAT (Greatest Of All Times).
“Tal vez un día llegue a superar la plusmarca de Stenmark, pero nunca seré capaz de superar su legado”
Al menos, así es como he decidido verlo yo”.
Y el cronista se remonta a los años setenta y ochenta, cuando siempre ganaba el fabuloso esquiador sueco.
Aquello tenía mérito, pues aquella era una época magnifica, repleta de nombres carismáticos. En los tiempos de Stenmark también se hablaba de Annemarie Moser-proell, Vreni Schneider, Pirmin Zurbriggen, Marc Girardelli, Alberto Tomba... Ahora soplan otros aires. Desaparecidos los últimos iconos del deporte blanco (Lindsey Vonn y Marcel Hirscher), la disciplina orbita alrededor de Shiffrin, esquiadora de técnica exquisita, más slalomera que velocista, cuyo currículum la ha proyectado hasta las 85 victorias de la Copa del Mundo, ya dos por encima de Vonn (83; la segunda esquiadora con más victorias) y a un solo paso de Stenmark (86), plusmarquista absoluto.
(No confundamos la Copa del Mundo, que es anual, con el Mundial, cada dos años).
Números y focos rodean a Shiffrin, cuyo debut en este Mundial, en la combinada, ha dejado un regusto amargo.
Ayer había sido sexta en la primera manga, el descenso (disciplina que no domina; pensemos en Usain Bolt, velocista, disputando una carrera de 1.500m), a 97 centésimas de Brignone, y se esperaba una remontada prodigiosa en el slalom, remontada que se estaba proyectando parcial a parcial, pero que se vio frustrada al final, pues la estadounidense se saltó la antepenúltima puerta antes de meta y fue descalificada.
“Es cierto, esto no suele pasar –dijo Shiffrin, que hasta ahora se había subido al podio en once de sus trece carreras en un Mundial, incluido el oro en la combinada del 2021–. Sentía que estaba esquiando realmente bien. Estaba yendo a todo gas, tomando todos los riesgos, que es como debes hacerlo si quieres subirte al podio en un Mundial”.
Su contratiempo le abrió paso a Federica Brignone (32), italiana que pretende emular a Deborah Compagnoni e Isolde Kostner: ha ganado tres medallas olímpicas y ahora ya tiene un oro mundial.c