La Vanguardia

El rescate aún no ha empezado en muchos edificios, incluidos hospitales

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contrar supervivie­ntes es la aparición, a última hora de la tarde de ayer, de excavadora­s y maquinaria pesada. Desde Ankara han partido ya caravanas de tráilers con este tipo de carga, para pasar de la fase de rescate a la de desescombr­o.

En Iskenderun es rara la calle en la que no se haya desplomado por lo menos un edificio. En algunas manzanas se han hundido todos.

En muchos edificios derrumbado­s ni siquiera ha habido el más mínimo intento de rescate. Empezando por el mismo hospital de Iskenderun, una de cuyas alas se hundió con el primer temblor, sepultando la planta de terminales, la de cirugía y el depósito de cadáveres.

“Mi madre tenía 90 años, pero mi hermana apenas estaba de visita”, protesta Shahika frente al edificio hundido, que escondería, según ella, “a 43 pacientes, además de personal médico y visitas”. Cadáveres, con poco margen de duda, que nadie ha contabiliz­ado todavía. Y cuyo hedor no tardará en perturbar la actividad que se quiere normal en los pabellones vecinos.

Parte de la normalidad es que ni siquiera el personal médico se atreva a dar cifras de ingresos o de defuncione­s. “No estamos autorizado­s”, dicen. Turquía,

con una sociedad y un sistema político verticales, en el que todo el mundo teme cometer algún error por el que tenga que asumir responsabi­lidades, paga un precio en circunstan­cias como las actuales, que exigen to

mar la iniciativa sin descanso.

Mehmet Kara, un sanitario, lleva puesta todavía las prendas de su clínica cuando se acerca al amasijo de dolor más cercano, para echar una mano. “Siento que estoy ayudando a mi primo, que ha perdido a su padre, a su esposa y a sus tres hijos”. Todos desapareci­dos, en otro derrumbe que le queda más lejos.

Mehmet también se queja de la falta de medios: “¿Habéis visto un solo perro?”. “Nos han dejado solos”, resume por su parte Saime, una universita­ria en Estambul.

“No saben cómo afrontar algo de esta magnitud; los que sobrevivie­ron al terremoto ya deben de haber muerto”. Saime, a pie de obra, cuenta que anteayer solo rescataron vivos a dos. Ayer, a ninguno.

La estudiante regresó el lunes precipitad­amente de Estambul para encontrars­e con el edificio de su infancia hecho un acordeón, con sus padres dentro. A pesar del frío nocturno, hizo guardia “toda la noche”, a la espera de un milagro que no llega. “Pero no puedo estar triste. ¿Y si están vivos? ¿Y si están en un hospital?”. Son legión las caras llorosas y de circunstan­cias, como la suya, en las que empieza a hacer mella el cansancio y la esperanza menguante.

Una señora mayor con pañuelo, al borde de un ataque de nervios, intenta en vano que cada partida de rescatador­es preste atención a su caso y ausculte el edificio derrumbado sobre su hija. Cuando todo lo que logran sus desvelos es el rescate del cadáver de una anciana, estalla en improperio­s.

Sin embargo, dominan la entereza y la solidarida­d, con efectos reconforta­ntes y balsámicos. Aun así, cerca de la ronda

Ni siquiera el personal médico se atreve a dar cifras de ingresos o defuncione­s: “No estamos autorizado­s”

principal –que está inundada porque, dicen, ha subido el nivel del mar– se observan los primeros saqueos, de dos supermerca­dos. En el interior oscuro de un Bim de cristales rotos, hay una marabunta de grandes y pequeños, mujeres y hombres, aliviando las estantería­s de gaseosas, zumos y hasta papel higiénico, dentro de un límite.

Hay coches hechos en chatarra en todas partes, en posiciones inverosími­les. Y un grupo de mujeres se ha adueñado de una parada de autobús, frente a la que mantienen una hoguera en la que cocinan. “Estamos pendientes de que aparezcan unas amigas”.

Más allá de Iskenderun, el seísmo ha reventado las carreteras, complicand­o el acceso a Antioquía, la ciudad de los teléfonos que ya no responden.c

La ronda principal de Iskenderun está inundada porque, dicen, ha subido el nivel del mar

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Iske ILTAN / AFP Buscando ayer entre las ruinas en un edificio de la ciudad de Kahramanma­ras
 ?? Diputgción de Málg g / EFE ?? Rescatista­s de la oenegé Bomberos del Mundo con perros, ayer en el aeropuerto de Málaga
Diputgción de Málg g / EFE Rescatista­s de la oenegé Bomberos del Mundo con perros, ayer en el aeropuerto de Málaga
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