La Vanguardia

Una sola ruta a la Siria ‘rebelde’ condiciona la ayuda

Alemania pide a Rusia que facilite abrir pasos fronterizo­s

- REDACCIÓN Barcelona

La ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, ha sido la única autoridad europea en pedir que se abran todos los pasos fronterizo­s para que la ayuda humanitari­a pueda llegar a Siria. En concreto, Baerbock se refería al territorio bajo control rebelde en el noroeste del país, posiblemen­te el más afectado por el seísmo.

Actualment­e solo hay un paso fronterizo abierto, el de Bab al Hawa, accesible desde la provincia turca de Hatay, cuya ruta resultó dañada en el terremoto. “Por eso es tan importante abrir los pasos fronterizo­s”, señaló la ministra, que añadió que “todos los actores internacio­nales, incluida Rusia, deberían usar su influencia sobre el régimen sirio para garantizar que la ayuda humanitari­a también pueda llegar allí”.

La alusión a Rusia era evidente. Desde el 2020, Moscú ha venido actuando ante el Consejo de Seguridad de la ONU en favor del régimen de Bashar el Asad para que el acceso humanitari­o a la zona rebelde del noroeste de Siria, y en concreto la provincia de Idlib, sea muy limitado. Tres pasos fueron ya cerrados y el único abierto, el

La emergencia humanitari­a pone en cuestión las sanciones internacio­nales al régimen sirio

de Bab al Hawa, desde Turquía, requiere de un permiso a renovar cada seis meses, la última vez el 10 de enero, con la aquiescenc­ia de Rusia. Organizaci­ones civiles y oenegés demandan que se levante esa limitación. “No es aceptable que la labor humanitari­a se vea amenazada cada seis meses”, ha dicho el doctor Amjad Rass, presidente de la Sociedad Médica Sirio-americana, que presta asistencia a hospitales de la región.

Se cuentan más de 2.000 muertos en Siria, entre la zona gubernamen­tal y el noroeste controlado por grupos extremista­s y milicias opositoras tuteladas por Turquía, que ha orquestado una administra­ción propia. Pero mientras el Gobierno de Damasco ha recibido ofrecimien­tos de ayuda de China, Rusia, Líbano, Argelia y los Emiratos Árabes Unidos, para el resto no hay nada claro. Uno de los problemas es que el régimen sirio es objeto de sanciones internacio­nales, y Damasco promete que si se le facilita ayuda, esta llegaría a Idlib, pero gestionada por el Gobierno. “Siria es una zona de sombra desde el punto de vista legal y diplomátic­o”, ha dicho Marc Schakal, jefe del programa de Médicos sin Fronteras para Siria, pidiendo que se actúe rápido.

El portavoz de Coordinaci­ón Humanitari­a de la ONU, Jens Laerke, pide que “no se politice” la situación, mientras que la comunidad católica de San Egidio apela a “suspender las sanciones” y el Observator­io Sirio de Derechos Humanos demanda a la ONU y a los “poderes internacio­nales y regionales” que intervenga­n con urgencia, y que las partes en conflicto dejen “a un lado sus diferencia­s”.

Además de estos obstáculos, las agencias humanitari­as señalan que algunas carreteras entre Siria y Turquía se hallan bloqueadas o dañadas por el seísmo. Unos 4,4 millones de personas habitan esta región, un 63% de ellas desplazada­s por una guerra que dura ya 12 años. El Programa Mundial de Alimentos alertó la semana pasada de que casi 3 millones de personas están al borde del hambre.

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