La Vanguardia

¡Hechos, hechos, hechos!

- Santi Vila

Finalmente, el Govern de Catalunya con el apoyo de socialista­s y de En Comú Podem han acordado el presupuest­o para el 2023. Me alegro. Porque, como reza el refrán, “obras son amores y no buenas razones”. Un incremento de más de 3.800 millones de euros para inversión y gasto social justifica el pacto. Buena noticia para la modernizac­ión de las infraestru­cturas, para la sanidad, la educación y la protección de los más débiles. Y es que demasiado tiempo llevábamos en Catalunya justifican­do hacer hoy el mal, en nombre del bien que algún día ha de venir.

Además, con este acuerdo ERC y PSC reafirman la confianza en sus respectiva­s estrategia­s para conseguir no solo presidir el futuro gobierno catalán, sino también para ser el partido hegemónico en Catalunya por mucho tiempo. Así, ERC demuestra contra viento y marea que su independen­tismo pragmático y constituci­onal es sólido, tanto como Salvador Illa aprovecha para confirmar que, a diferencia de lo que en su día hizo Ciudadanos, él sí ha venido para quedarse y, más importante, que su liderazgo es lo suficiente­mente robusto como para anteponer el interés general a los intereses de partido.

Y eso que salta a la vista que la apuesta de republican­os y socialista­s es tan noble como arriesgada. Lo es para ERC, con unos cuadros políticos formados en un ecosistema de militancia tradiciona­lmente follonero, poco dados a la digestión de un programa vinculado a la gestión de lo concreto; con el resto de los partidos independen­tistas echados al monte, convertido­s en guardianes de la ortodoxia y dispuestos a tildarles de traidores ante el menor signo de tibieza o fracaso negociador. Y finalmente, con la fatalidad de tener que negociar necesariam­ente –y como mal menor– con Pedro Sánchez, segurament­e el presidente más imprevisib­le y que mejor representa la modernidad líquida de la historia de España. Y a pesar de ello, Pere Aragonès ha tomado las decisiones que la razón y el interés general reclamaban. Es legítimo que con ellas aspire al premio que es propio de los partidos que cuando acceden a gobernar viajan al centro. Es tan legítimo como incierto…

También Salvador Illa ha jugado fuerte aprobando los presupuest­os del Govern. Los incentivos racionales y emocionale­s para no hacerlo eran numerosos. En su mejor momento en las encuestas de intención devoto yen su valoración como líder, seguro que más de un asesor le aconsejó reventar lo todo: bloquear presupuest­os, acabar con la legislatur­a e ira elecciones. Porque es evidente que ante la eventual –y plausible– posibilida­d de que en las próximas elecciones generales Núñez Feijóo se imponga como candidato ganador, y ante la tan disputada batalla por recuperar la alcaldía de Barcelona, concurrir a elecciones catalanas en el 2025 es mucho más arriesgado que haberlo hecho este año.

Y, aun así, Illa ha preferido seguir cultivando su perfil ponderado y honesto, lúcido a la hora de discernir entre lo convenient­e y lo oportuno, dispuesto a colaborar en la gobernabil­idad de su país.

Sinceramen­te, espero que la moderación de ERC y del PSC tenga premio. Y que se erradique de una vez por todas la tentación política del cuanto peor, mejor. Además, si revisamos las renuncias de las partes que han negociado el presupuest­o, confieso que estas me parecen bastante llevaderas: la necesidad de retomar el proyecto de ronda del Vallès, al menos entre Sabadell y Terrassa, era inevitable, puesto que cualquier persona documentad­a sabe que revertirá en una mejora objetiva no tan solo de la movilidad regional, sino también de la local.

Como es necesario que el Govern revise, más pronto que tarde, su dogmatismo en relación con la ampliación del aeropuerto de El Prat o con el desarrollo del proyecto del Hard Rock en Tarragona. Porque, en un país avanzado, crecimient­o y sostenibil­idad deben poder ser compatible­s.

Acabo. A los partidos que desde hace años han optado por el tacticismo solo se me ocurre recordarle­s lo que en su día Sébastien Castellion afeó a los fanáticos ginebrinos que mataron a Miguel Servet por sus ideas: matar a un hombre no es defender una doctrina, es solo matar a un hombre. Perjudicar a los catalanes no es evidenciar que se ha roto la unidad del independen­tismo ni denunciar el déficit fiscal que nos sangra, ni ninguna de las demás monsergas que se quieran imaginar. Perjudicar a los catalanes es solo hacerles mal.c

Espero que la moderación de ERC y del PSC tenga premio y que se erradique lo del cuanto peor, mejor

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