La Vanguardia

Hermanamie­nto Barcelona-tel Aviv

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El silencio nos hace cómplices de una injusticia sin límites. Me refiero al antisionis­mo, ese “antisemiti­smo justificad­o, por fin al alcance de todos. [...] es el permiso para ser democrátic­amente antisemita”, en palabras del gran filósofo francés Vladimir Jankélévit­ch. Tras años de cooperació­n, me entero de que el Ayuntamien­to de barcelona está a punto de estudiar una “iniciativa ciudadana” para poner fin a su hermanamie­nto con Tel Aviv y a todas las relaciones con israel, impulsada por el movimiento bds, apoyada por la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, y comunes.

el 30 noviembre del 2015, recibiendo a los representa­ntes de los judíos de españa el rey Felipe Vi pronunció un vibrante discurso antes de concluir: “¡Cómo os hemos echado de menos!” este conmovedor llamamient­o fue confirmado por una ley que permitía a los descendien­tes de los judíos sefardíes expulsados por los reyes Católicos acceder a la nacionalid­ad española. se está reconstitu­yendo una memoria. Pero se calcula que la población judía es en españa de unos 30.000, mientras que al otro lado de los Pirineos se estima en unos 500.000.

Francia fue la tierra de la emancipaci­ón de los judíos hace doscientos años, del sonado asunto Dreyfus y del famoso J’accuse de emile Zola a finales del siglo XIX, pero también fue una de las tierras de su martirio durante el periodo de colaboraci­ón con los nazis. el antisemiti­smo ha adquirido proporcion­es preocupant­es en los últimos 25 años. Yo era uno de los que hacía el diagnóstic­o justo. el de un antisemiti­smo histórico que se alimenta de las nuevas teorías de la conspiraci­ón (lo hemos comprobado otra vez durante la pandemia) o del islamismo radical, y cuyo nuevo rostro extrae su fuerza del aborrecimi­ento del estado de israel.

la reencarnac­ión del odio a los judíos en el antisionis­mo es su camuflaje más peligroso. A lo largo de los años y de la evolución de los acontecimi­entos en Oriente Próximo, la fuerza y la potencia de fuego superiores de israel se han considerad­o una prueba irrefutabl­e de su “culpabilid­ad moral”. Desde la conferenci­a de Durban, ya en el 2001, hasta los calumniado­res desesperad­os que califican las políticas de israel de apartheid, se ha intentado presentar al estado judío como una nueva potencia dominadora y colonialis­ta. esto ha dado muchos argumentos a un parte de la izquierda –Podemos y comunes en españa, la France insoumise de Mélenchon, Corbyn en Gran bretaña– para subirse al caballo del antisionis­mo.

la novelista rosa Montero ya sospechaba en una columna de El País en el 2006 “que la fobia antiisrael­í se está convirtien­do en una nueva seña de identidad de cierta pseudoizqu­ierda.” el estado de israel se basa en once leyes fundamenta­les que hacen de este país un estado de derecho democrátic­o e igualitari­o, garante de la dignidad humana y las libertades de todos sus ciudadanos. Tel Aviv es el ejemplo de una ciudad democrátic­a, abierta y progresist­a que comparte muchas similitude­s con su hermana catalana. Y, para no desvelar ningún secreto, el

“El antisionis­mo es el permiso para ser democrátic­amente antisemita”

país es una excepción en la región. es en el propio israel donde las críticas o las preocupaci­ones se hacen oír con más fuerza respecto a la política de sus gobiernos. esta democracia no existe en los territorio­s gestionado­s por la Autoridad Palestina ni en Gaza, que está bajo el yugo de Hamas. Allí se persigue a las personas lgbti y se las obliga a buscar apoyo y protección... en Tel Aviv.

Pido al Ayuntamien­to de barcelona que rechace esta indigna propuesta. recuerdo que el movimiento bds ha sido condenado en españa decenas de veces por discrimina­ción a iniciativa de ACOM (Acción y Comunicaci­ón para Oriente Medio). Una sociedad que se pierde en el odio es una sociedad que se aleja implacable­mente de la defensa de los valores comunes en detrimento de la verdad y la paz. lo he dicho una y otra vez en la tierra de mi corazón, y lamento tener que hacer lo mismo en la tierra de mi carne.

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