La poesía es íntima
Algunas de las cartas que Marcel Proust escribió al músico y amigo Reynaldo Hahn a mediados de los noventa del siglo XIX, los de su íntima relación, son el eje de esta propuesta musical. Y parecen encontrar respuesta en una breve selección de melodías de Hahn, uno de los músicos más considerados en la sociedad salonnier parisina del cambio de siglo. Su tendencia conservadora contrasta con los entusiasmos debussystas de Proust, que amaba los últimos cuartetos de Beethoven. Años en que en los salones aristocráticos y las salas de concierto brillaba también Ricard Viñes.
Dos jóvenes y estupendas cantantes, al piano un maestro del lied y la veterana y magnífica Felicity Lott leyendo las cartas de Proust y desgranando algunas de sus deliciosas melodías, llevan el peso de este sencillo espectáculo.
Y todos los músicos ejerciendo a la vez de actores, a la luz del guion y la escena de Vincent Huguet. Si la música de Hahn es magnífica por su sencillez y su intensidad melódica, es también por ello difícil de interpretar, porque sus canciones conforman una unidad poética singular que exige un timbre y un color vocal íntimos y una identidad de carácter. Y Gancedo y Mas Salom los supieron bordar. Gancedo cantó algunas de las más sobresalientes del compositor venezolano-francés y Mas Salom encantó con otras no menos bellas.
En estos casos no es fácil resolver lo escénico, porque falta una estructura dramática y el lied gana cuando no hay movimiento; es poesía íntima que no necesita ser representada, y la resultante escénica restó por un lado a la fuerza lírica y expresiva de que son capaces ambas sopranos. Además, un escenario y una sala muy grandes hacen perder intimidad y sonido, y un error de iluminación no dejaba ver la traducción proyectada. La lectura del francés de Lott no dispuso del necesario fraseo y entonación del lenguaje epistolar, aunque a la distancia se dejaba entrever una intencionalidad estilística. Excelentes contenidos musicales y buena idea empañados por la realización escénica. ●