La Vanguardia

España-marruecos, Italia-libia-túnez, las dos caras del drama migratorio

Aumento del 300% de las llegadas en Italia, descenso del 63% en España

- Mnric Juliana Badrid

El Gobierno de Italia acaba de decretar el estado de emergencia durante seis meses ante un aumento exponencia­l de la inmigració­n irregular. Las llegadas por mar se han incrementa­do un 300% en las últimas semanas. Parte de las embarcacio­nes proceden de Libia, cuyo Estado empezó a desintegra­rse tras el derrocamie­nto del coronel Muamar el Gadafi, hace ahora doce años. Otras salen de Túnez.

La cifras de España son muy diferentes. El último boletín quincenal del Ministerio del Interior contabiliz­aba a finales de marzo un descenso del 50,9% de los inmigrante­s llegados por vía marítima y terrestre. La disminució­n es especialme­nte pronunciad­a en la ruta de Canarias. La llegada de inmigrante­s en patera ha bajado un 63% con relación al año pasado. El tránsito irregular hacia las ciudades de Ceuta y Melilla por vía terrestre ha disminuido un 80,9%. Se cumple ahora un año del viaje del presidente Pedro Sánchez a Marruecos para sellar la paz con el rey Mohamed VI después de quince meses de grave crisis política y diplomátic­a entre ambos países.

En Libia, el Estado está roto. Hay un Gobierno en Trípoli reconocido por la ONU y la Unión Africana, encabezado por Abdul Hamid Dbeibe, antiguo alto cargo de Gadafi, que solo domina la parte occidental de Libia. Estamos hablando de un país básicament­e desértico, con grandes reservas de hidrocarbu­ros, cuya población se concentra en la costa. De alguna manera Libia ha regresado a los tiempos del imperio romano, cuando esa franja de territorio norteafric­ano estaba dividida en dos provincias: la Tripolitan­ia y la Cirenaica.

La capital de la Cirenaica es Bengasi y aquí se halla otro centro de poder que controla el este, mediante un Gobierno paralelo encabezado por Fathi Bashagha, antiguo oficial de aviación. Este Gobierno paralelo se halla bajo la protección del general Jalifa Haftar, hombre fuerte de la Cirenaica.

Ambos centros de poder disponen de milicias armadas de base local que se combaten de manera intermiten­te con el

Un año después del pacto con Marruecos, la inmigració­n irregular ha bajado drásticame­nte

apoyo de fuerzas internacio­nales. Turquía protege al Gobierno de Trípoli. Rusia, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos son los principale­s aliados del general Haftar. En medio de este fenomenal avispero, Italia intenta mantener el suministro de gas y hace lo que puede para que los clanes locales le ayuden a controlar la inmigració­n. Es caro.

ENI, la potente empresa pública de hidrocarbu­ros, uno de los poderes fuertes de Italia, ha conseguido mantener el sumi

nistro de gas a través del gasoducto submarino Greenstrea­m, el más largo del Mediterrán­eo. Presente en Libia desde 1959, ENI ha ampliado acuerdos para la explotació­n de nuevos yacimiento­s en la costa.

La inmigració­n no es un flujo de gas. Son personas de distinta procedenci­a en manos de traficante­s relacionad­os con los clanes dominantes. El Gobierno italiano sospecha que Rusia puede estar detrás de la nueva oleada migratoria como castigo a la fuerte filiación atlántica que hoy exhibe la primera ministra Giorgia Meloni. Hace unos años, cuando era una fiera tertuliana en televisión, Meloni había dedicado elogios a Vladímir Putin. El anterior primer ministro, el tecnócrata Mario Draghi, ya era un inequívoco atlantista. Quizá Moscú esperaba novedades en Roma, puesto que en el nuevo Ejecutivo se sienta Matteo Salvini, de la Liga, confeso admirador de Putin, y el tercer socio de la coalición es el partido de Silvio Berlusconi, amigo personal del presidente ruso. Sea como fuere, las cosas van mal para un Gobierno que había prometido acotar la

Fuentes de Interior piden prudencia y señalan que en verano pueden llegar pateras desde Argelia

Italia tiene serios problemas de interlocuc­ión en Libia y ahora una grave crisis social en Túnez

inmigració­n irregular de un plumazo. Hay otro factor que tener en cuenta: Túnez. Este país se halla ante una grave crisis económica, acentuada por el encarecimi­ento del grano. Se teme una gran oleada migratoria en verano en dirección a la isla de Lampedusa. Todo indica que esa oleada ya está comenzando.

Marruecos ha reforzado de manera muy visible el control de la inmigració­n irregular hacía España después de haber

obtenido un cambio de posición del Gobierno Sánchez sobre el Sáhara Occidental. Los números estan claros. La inmigració­n no aparece hoy entre las grandes preocupaci­ones de los españoles y apenas fue mencionada hace tres semanas en la moción de censura presentada por Vox. El giro sobre el Sáhara adquiere todo su significad­o a la luz de los acontecimi­entos en Italia. Fuentes de Interior no descartan, sin embargo, que en verano aumente la llegada de pateras desde Argelia, país muy disgustado con España por el giro promarroqu­í.

El estado de emergencia italiano es una medida de presión sobre Bruselas que interpela también a España. Con la adopción de medidas excepciona­les, el Gobierno Meloni intentará desviar flujos hacia otros países europeos. En este contexto, una buena relación diplomátic­a entre España e Italia, pese al antagónico signo político de sus gobiernos, parece la opción más inteligent­e, sobre todo si Sánchez quiere coronar el semestre español de la Unión Europea con un acuerdo sobre la inmigració­n.c

El estado de emergencia italiano es una medida de presión ante Bruselas que interpela a España

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