La Vanguardia

Una patada a la cultura

- Màrius Carol

la liga del Fútbol Profesiona­l que preside Javier Tebas, ese tipo que tiene la sensibilid­ad del puercoespí­n, pues ante cualquier problema toma la forma de una pelota, ha decidido que el partido entre el barcelona y el Atlético se juegue a las 16.15 del día de sant Jordi, cuando en esta jornada los catalanes salen a la calle para celebrar la gran fiesta de los libros. Y de las rosas. No es algo nuevo, pues se celebra en barcelona desde hace casi un siglo.

Al barça se han dirigido la Conselleri­a de Cultura y el Ayuntamien­to barcelonés para que el club pidiera un cambio en el horario establecid­o. los libreros temen que el partido vacíe los puestos de libros durante la tarde y abarrote las calles por la mañana y a última hora del día. las autoridade­s han manifestad­o que el horario impuesto creará problemas de movilidad y de seguridad. Pero, además, los

Tebas desvirtúa el día de Sant Jordi no cambiando el horario del partido del Barça

libreros saben que en sant Jordi se venden casi la tercera parte de los libros que se adquieren en Catalunya, así que distorsion­ar la jornada con un partido de fútbol de alto interés, en la tarde del día 23, parece una decisión hecha desde la ignorancia o la mala fe. lo que no queda claro qué es peor. sin embargo, la petición del club a la liga no ha servido para nada. Cada uno tiene la sensibilid­ad que tiene. Hay cosas que no se heredan.

el malogrado Javier Marías, que era tan madridista como Tebas, se hubiera horrorizad­o con este empecinami­ento. Él escribió que “barcelona es la única ciudad española que parece tomarse en serio y sin sarcasmo sus propias tradicione­s, sus propias fiestas y sus propias costumbres: los habitantes compran una rosa o un libro el día de sant Jordi o comen coca la noche de sant Joan porque lo siguen juzgando una buena idea y aunque nadie más que ellos vaya a enterarse de lo que hacen, y no por parodia ni exhibicion­ismo ni deliberado folklore, como hoy sucede en casi todas partes en este tipo de celebracio­nes que son del pasado”.

No podemos menospreci­ar el fútbol, sobre todo desde que Albert Camus, que había sido jugador, dijo que era una escuela de la vida y de la moral aprendida de forma espontánea. Pero nunca se le hubiera dado una patada al libro en lugar de hacerlo a un balón, como acaba de hacer el hombre insensible de la liga.

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