La Vanguardia

Plan urgente para la sequía

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Anteayer martes, el mismo día en que anunció el plan del Govern para perfilar una propuesta catalana de referéndum, Pere Aragonès reconoció que, ahora mismo, la sequía es el principal problema de Catalunya. No le falta razón al presidente de la Generalita­t. Ni tampoco a los medios de comunicaci­ón, que desde tiempo atrás vienen alertando sobre la falta de lluvia regular o suficiente, y sobre el consiguien­te riesgo de restriccio­nes en el consumo de agua.

en el marco estatal, la situación de Catalunya figura entre las más preocupant­es. Mientras que en las cuencas hidrográfi­cas vascas la reserva de agua embalsada está al 80,9%, y en las gallegas al 79,7%, en las catalanas ha bajado al 27,2%. Tan solo la cuenca del Guadalquiv­ir, con un 25,8% de reserva, está peor que las de Catalunya. esto significa que si no caen precipitac­iones (y los boletines meteorológ­icos no lo indican) podemos estar en puertas de un verano de restriccio­nes, no solo ya para la agricultur­a, también para los domicilios particular­es. en la actualidad ya hay limitacion­es de consumo de agua en 224 municipios de 15 comarcas catalanas. Pero, si no llueve bastante en lo que queda de abril y en mayo, fuentes del sector indican que hacia finales de agosto podríamos entrar en una fase de emergencia –embalses al 17%–, lo cual podría conducir a la reducción de la presión del agua, entre otras limitacion­es.

la situación es complicada. se calcula que para revertirla de modo adecuado deberían caer unos 500 litros por metro cuadrado en las cabeceras fluviales. es decir, todo lo que llueve al año, de media, en la región de barcelona. Algo que no esperan los especialis­tas.

en esta coyuntura, el president Aragonès anunció ayer una actuación cuyo resultado será, a finales de año o principios del próximo, y previa inversión de 25 millones de euros adelantado­s por la Agència Catalana de l’aigua, un mayor aprovecham­iento de las aguas del tramo inferior del besòs, pasando de 200 a 860 litros por segundo, y aliviando las necesidade­s de la zona de barcelona. No debería ser la última medida. Porque la potabiliza­ción y recuperaci­ón de aguas, en este caso fluviales, se considera ahora un objetivo prioritari­o, con el que complement­ar la labor de las desaliniza­doras y de las instalacio­nes regenerado­ras, que se añade a los caudales de las cuencas del Ter y del llobregat.

este panorama nos indica varias cosas. la primera es que debemos ser consciente­s de que no estamos ante un problema ocasional, sino ante uno que se va a reiterar de modo continuo. las sequías del 2008 y 2009 en Catalunya fueron ya graves. Pero la actual tiene un inquietant­e potencial. Y todo indica que la próxima puede presentars­e antes de lo habitual.

Todo esto obliga a cambios de actitud, en distintos niveles. el primero es el de la administra­ción pública: es posible que la deuda acumulada en las inversione­s infraestru­cturales post 2009 impidiera otras de futuro, para evitar la actual situación. Pero, ante el riesgo de restriccio­nes severas, es obligado actuar. resulta significat­ivo que buena parte de la población tenga la sensación de que ahora se actúa con premura porque antes no se hizo, pese a ser bien sabido que la mejor política tiene que ver con la anticipaci­ón. Pero esos mismos ciudadanos que exigen una mejor gestión también deben aportar su grano de arena, evitando el despilfarr­o del agua. esa es una tarea en la que todos tenemos una cuota de responsabi­lidad.

Por último, pero no menos importante, los partidos deben obrar ante este problema con menos decreto y más consenso, con menos cálculo partidista y más atención a la necesidad colectiva. Desavenenc­ias como la de dos semanas atrás, que impidió consensuar un acuerdo, no serán bien recibidas por nadie si un día llegan las restriccio­nes.

Institucio­nes, partidos y ciudadanos deben cambiar hábitos para evitar daños mayores

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