CDC implosiona a Junts
Hace un par de meses que la antigua estructura de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), o lo que queda de ella, anda en la tarea de rehabilitar a Jordi Pujol en una operación en la que Xavier Trias constituye la pieza clave.
A tal propósito le han venido como agua de mayo dos hechos. Uno es la muerte de Fèlix Millet, cuya figura simbolizaba el tipo de sociedad civil instrumental que durante décadas manejó los hilos de Catalunya en beneficio propio y al amparo del poder político. Y luego está la Operación Catalunya, que ha desvelado cómo dirigentes convergentes fueron víctimas de una campaña de destrucción política orquestada desde el Ministerio de Interior en la etapa de Rajoy.
Jordi Pujol vuelve a la escena en un intento por cerrar con honores su biografía, y no con la vergüenza de Millet, aprovechando la parálisis de la causa que se sigue contra su familia. Y lo hace de la mano de Xavier Trias, uno de sus hijos políticos. Sobre las espaldas de Trias recae la misión de recuperar Barcelona para ese nacionalismo moderado que encarnaba la vieja CDC y que ahora intenta implosionar a Junts según las leyes de la física más elemental, es decir, hacia dentro. Un primer paso en esta línea ha sido que Trias agrupe todas las facciones del partido, empezando por el PDECAT, que ya ha metido en su lista. Lo siguiente será apartar a Laura Borràs, muy debilitada tras su condena, y a sus acólitos.
Desde la capital se va recomponiendo así el espacio convergente. Sin disimulo. No hay rastro de Junts ni en el nombre de la candidatura ni en las papeletas para el 28-M: se han borrado por completo las siglas y el logotipo.
La apuesta es al todo o nada. Solo vale una victoria de Trias porque, si esta opción fracasa, el plan hará aguas. Reconfigurar los liderazgos internos se va a complicar. También consolidar un discurso contrario a las aventuras independentistas o a la confrontación con el Estado. El regreso a las esencias significa moderación, Pujol, pal de paller. Trias está cómodo en esta situación, que además le legitima para pactar con cualquiera si gana y si puede gobernar. Solo Puigdemont puede frustrar este revival. Veremos.