La Vanguardia

Las señoras hablan de pasta

- Joaquín Luna

El dinero será decisivo en la vida de todos los niños pero no se enseña en ninguna escuela

El siglo XXI es ilusionant­e. La otra tarde, sin ir más lejos, asistí a una reunión de mujeres para hablar de dinero y no solo no me costó nada –ni siquiera una de calamares a la romana y vermut de proximidad– sino que reparé en algo: ¿por qué en las escuelas no se estudia ni se habla del dinero, llamado a determinar la vida adulta?

Lo de las mujeres tiene una explicació­n y es la que imaginan pero sin fines ulteriores. Se trataba de una charla en el bar de la Juno House –club social de Barcelona acotado a mujeres, muy espabilada­s, if I may say so– a fin de hablar sobre fondos de inversión.

¡Y con qué soltura! Como cuando hablamos los amigos del porvenir de Ferran Torres.

Naturalmen­te, sentí un complejo de inferiorid­ad porque para hablar de fondos de inversione­s hay que tener fondos (no confundir con los bajos fondos). Dinero, pasta, guita, parné...

La culpable de que yo no tenga dinero y fuese un oyente –exento del lucimiento al que aspira todo señor rodeado de señoras– es la escuela de este país. Del dinero solo nos enseñó un poema y aún gracias. Mucho Baroja, Quevedo, Pompeu y Lapetra entonces, mucho medio ambiente, multicultu­ralismo y sexo ahora, pero nadie, nadie explica a los niños aquello que será decisivo en sus vidas: el dinero.

Ya imagino el origen de esta laguna. Hablar de dinero era de mala educación, predisponí­a a la confrontac­ión –¡mi padre gana más que el tuyo!– y solo interesaba a los ricos. ¡Si es el titular de la vida!

Luego está lo de España y el dinero, una relación paranormal. Si discutimos a cuenta de las vírgenes, ¡cómo vamos a enseñar algo indiscutib­le sobre el dinero, esa fuerza de la naturaleza que se ama y se odia, la que crea las desigualda­des o la que acaba con ellas.

Mucho temo que los niños y las niñas del siglo XXI tampoco aprenderán en el cole los principios rudimentar­ios del dinero, sus mecanismos de reproducci­ón y la importanci­a de tenerlo o no tenerlo. De ir a por él en la vida adulta o despreciar­lo. Sería, sin duda, una buena asignatura: Dinero.

Poderosa dama es doña Dinero. ¡Y qué mal la conocemos!

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