La Vanguardia

La cara de Cristo (o Messi) en España

- Àlex Tort

En día azul y soleado, tumbados a la bartola, rebuscando en las formas de las nubes, es cuando más caras hemos imaginado. Luego, donde más caras vemos es en Pedro Sánchez. Nunca sabes qué Sánchez te encontrará­s. Rufián dixit. El último, el que exhibe sintonía con la primera ministra italiana amiga de Vox: “Estoy encantado de estar aquí”. Dos meses antes, en Davos, decía que hay que evitar que la ultraderec­ha llegue a las institucio­nes “y destruyan la UE desde dentro”. La presidenci­a europea está al caer. Socialdemo­cracia en barbecho.

Ahora hemos descubiert­o una tercera manera de percibir caras: en los mapas. Allí donde la mayoría vemos anticiclon­es y borrascas acompañada­s de banderolas festivas de frentes cálidos o fríos, el influencer venezolano Riquirrix nos ha descubiert­o un rostro en el relieve de España. Los ojos hundidos, allí donde está la Serranía de Cuenca; la barba, oscurecida por Sierra Morena, la Sierra de Andújar y la de Hornachuel­os, y aún Cáceres. El tabique nasal, donde Iglesias y Montero esnifan cremallera­s. Es una suerte de Sábana Santa de dimensione­s bíblicas e hispánicas.

“Muchas personas ven a Cristo”, dice Riquirrix. Y añade: “No me sorprender­ía en absoluto porque España es un país muy bendecido” (¡?). Las respuestas a su vídeo dicen otra cosa: hay quien capta al Quijote, Camarón, el Cid o John Wick. Para la posteridad, este comentario: “Yo veo el pecho de Marge Simpson: Francia es la cabeza y los siguientes países de Europa el pelo”. Pero gana por goleada la aparición de Messi, un dios también para muchos.

Riquirrix no está al corriente de la Semana Santa que hemos pasado con la Virgen del Rocío. De saberlo se habría tragado el “bendecidos”. Pero que no se preocupe. Tendrá muchos menos quebradero­s de cabeza que si hubiera hecho humor con la cara de Jesús. En el 2018, un juez de Jaén multó por un delito contra los sentimient­os religiosos con 480 euros a un joven que en Instagram publicó un fotomontaj­e con su cara sobre la del Cristo de la Amargura.

Es evidente el anacronism­o y la amargura del delito. También la flagelació­n a Està passant. El humor tiene que sobrepasar límites. Hoy, sin embargo, tiene demasiados márgenes. Séneca escribió a Lucilio que a menudo la enfermedad no está fuera, sino dentro de nosotros, y cuanto más tardamos en reconocer que estamos enfermos más difícil será la curación.

Mientras, adelante. A muchos la religión nos la desvirgó humorístic­amente Millán Salcedo el Fin de Año del 90, disfrazado de Sor Gasmo encima de una bici sin sillín.

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