Maragall: “Estoy dispuesto a empezar de cero”
El republicano quiere recuperar la complicidad con el tejido productivo
Ernest Maragall dijo ayer que el Ayuntamiento de Barcelona tiene que recuperar la complicidad con el tejido productivo. “Estoy dispuesto a empezar de cero”, apostilló. El alcaldable de ERC participó en el quinto de los coloquios que tienen lugar estas semanas con los principales candidatos a la alcaldía de la capital catalana, organizados por Barcelona Oberta, el Gremi de Restauració y La Vanguardia.
Quizás sus palabras puedan parecer obligadas, vistos los anfitriones y también las posturas defendidas por su grupo este mandato. Hablamos, por ejemplo, de su defensa de determinadas restricciones de terrazas que estaban desencadenando muchas quejas. O de sus reticencias a ampliar las jornadas festivas en las que los grandes establecimientos comerciales pueden abrir. Pero Maragall se mostró a gusto entre restauradores y comerciantes. “El comercio y la restauración forman parte de la identidad de esta ciudad. Y a la identidad debemos cuidarla. Para darle estabilidad y viabilidad, al comercio y la restauración, necesitamos una nueva actitud. Yo asumiré la responsabilidad de liderar esta nueva complicidad”. De hecho, hizo un par de bromas. Y lo de estar a gusto lo hizo sin desdecirse ni una vez, sin renegar de lo hecho hasta ahora, sin apenas mentar a la alcaldesa Ada Colau. En ningún momento quiso disimular que estos años trató unas cuantas veces de adelantar a la alcaldesa por la izquierda. Tampoco que en muchas ocasiones importantes apoyó a este gobierno.
Así que Maragall ni brindó grandes titulares ni se sacó nada de ninguna chistera. No es amigo de estas excentricidades. “¿Ampliar el aeropuerto? Para empezar tenemos que corregir su carácter
low cost, mejorar su conectividad con los centros de interés empresariales de California y Asia. Y la decisión final no se puede tomar unilateralmente desde Madrid”.
Y también es cierto que todos los candidatos que están pasando por aquí abogan por recuperar la colaboración privada, la búsqueda del consenso y, por supuesto, la complicidad con el tejido productivo. Pero Maragall dejó clara su predisposición a hablar de todo con todos, y también que a todos no les gustará lo que diga.