La Vanguardia

Trepadores azules

- Julià Guillamon

el pasado viernes, mientras buscaba colmenilla­s en el bosque reseco, encontré un huevo blanco, enorme, cascado. Mandé una foto a Quim, que es aficionado a los pájaros. “¿Qué narices es esto?” en la foto parecía más pequeño. en casa lo coloqué junto a una regleta: °9 centímetro­s! Otro amigo, Albert, me dijo que era un huevo de oca. ¿ Y qué hacía en una fresneda? “¿Hay alguna casa por allí cerca?” en efecto, hay una. “una zorra ha robado el huevo y lo ha llevado allí para zampárselo tranquilam­ente”.

Con la excusa del huevo encontrado Quim me llama por la noche para invitarme a avistar el pico negro con su amigo Pep. en nuestro país es pájaro escaso. Desde hace una temporada está en expansión, pero en el Montseny es una rareza. Cerca de casa se ha instalado un pájaro carpintero que cada mañana, cuando me levanto a escribir, lanza ráfagas de picotazos contra el tronco seco. Qué pájaro tan confiado, pienso mientras miro el destrozo que ha perpetrado la brigada municipal en un alcornoque, que pasó de tener una bella copa a ser un bonsái traumatiza­do. Parece que la brigada municipal esté dirigida por el doctor Fu Manchú. Hoy los picotazos del pájaro carpintero me dicen: “ve, hombre”. Mientras subimos con el coche explicamos historias de pájaros. Quim ha colecciona­do frases ornitológi­cas de amigos campesinos. una vez, Pito de Fonteseca estaba repasando una presa y se metió en calzoncill­os en el río. Cuando el agua le llegó por encima de la ingle exclamó: “el rossinyol ja beu a morro!”. se hacía tanta gracia a si mismo que no podía parar de reír. en el hayedo hay una balsa que no dejan limpiar porque hay ranas bermejas. Con la sequía la balsa ha desapareci­do. Quiero pensar que las ranas siguen ahí, enterradas bajo el suelo húmedo.

Quim y Pep empuñan unas cámaras de grandes teleobjeti­vos. es un hayedo apartado, con árboles altos, alguno de ellos muerto, con marcas de picotazos. los agujeros del pájaro carpintero son redondos, los del pico negro tienen forma ovalada. el canto consiste en una serie de pequeños gritos ascendente­s, simiescos. se oyen unos picotazos, para marcar el territorio. Quim y Pep están eufóricos. Días atrás vieron una pareja. Pero hoy quizás están empollando y no están para tonterías. recuerdo una entrevista con la ornitóloga esther sebastián hace unos meses. Decía que el canto de los pájaros sirve para comunicars­e: cada vez hay menos pájaros y menos comunicaci­ón musical. Quim y Pep avanzan con pasos expectante­s. el pico negro se acerca, lo presentimo­s, pero no se deja ver. en unas ramas altas aparecen cinco o seis trepadores azules que se persiguen bullicioso­s. “°Han encontrado a una hembra dispuesta!”. Dos trepadores azules agarrados uno al otro caen como una pelota sobre las hojas de haya. “°están copulando!” el pico negro no viene más y nos retiramos al coche. “lo de los trepadores nunca lo habíamos visto”. “Nunca”. “Ha valido pena”. “Mucho”.

Cuando el agua le llegó por encima de la ingle exclamó: “El rossinyol ja beu a morro!”

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