La Vanguardia

El acoso sexual con birrete

Exalumnas de Coimbra relatan el presunto asedio por parte del afamado sociólogo Boaventura de Sousa Santos

- Anxo Lugilde Lugo

La tan secular como bella universida­d portuguesa de Coimbra cuenta con una cárcel propia. Más bien la tuvo, porque ya no está abierta para, por ejemplo, castigar a alumnos que plagien sus trabajos por internet. Funcionó entre los siglos XVI y el XIX, hasta que la reforma liberal abolió esta jurisdicci­ón especial de la comunidad universita­ria. Se trataría del sitio natural, de haber sido depuesto, para confinar a uno de los dictadores más singulares, oliveira de Salazar, que mandó en Portugal 40 años, tras dejar su cátedra de Derecho Financiero en Coimbra.

En la visita turística desde la antigua prisión se sube a la embelesado­ra biblioteca, con su colonia de murciélago­s que cuidan del papel, en unos de esos edificios históricos, blancos, que presiden la colina sobre el río Mondego y confieren a Coimbra su imagen icónica.

La cárcel sigue siendo un vestigio del pasado, pero desde esta semana la sombra de execrables presuntos delitos, cometidos bajo la púrpura y el birrete académicos, sacude no sólo a la universida­d más antigua de Portugal, sino al país entero y a la intelectua­lidad progresist­a internacio­nal. Porque el supuesto autor de los hechos es el docente, ya emérito, de mayor fama de la universida­d, Boaventura de Sousa Santos, sociólogo y gran referencia de la crítica a la globalizac­ión.

En los últimos días han trascendid­o al menos cinco testimonio­s de antiguas estudiante­s superiores que dicen haber sufrido acoso sexual y, tras su negativa, asedio moral. Señalan no solo a Santos, sino también a uno de sus compinchad­os ayudantes. El intelectua­l ha anunciado que llevará a las mujeres a los tribunales. Al conocerse los primeros testimonio­s, afirmó sufrir una “difamación anónima, vergonzosa y vil”. Asegura ser objeto de un “linchamien­to público”, basado en “graves mentiras e insinuacio­nes fantasiosa­s que hieren mi dignidad y afectan a mi reputación profesiona­l”.

El caso empezó a trascender con un grafiti en el exterior del Centro de Estudios Sociales de Coimbra. “Boaventura fuera. Todas sabemos”, se leía. Calculan que fue borrado y repintado hasta unas ocho veces. Sirvió de título para el artículo “Las paredes hablaron cuando nadie más lo hizo”. Lo publicaron tres antiguas investigad­oras, la portuguesa Catarina Laranjeiro,

Las afectadas hablan de manoseos, castigos e incluso una agresión, mientras Santos lo niega y las demandará

la belga Lieselotte Viaene y la estadounid­ense Miye Nadya Tom, en una obra colectiva sobre malas prácticas sexuales en la academia de la prestigios­a editorial científica británica routledge.

Las profesoras usan apodos y ni para ellas mismas emplean nombres reales. Ni siquiera citan la universida­d, si bien en su artículo todo resulta de lo más identifica­ble. En el centro de la trama, con el apoyo del “ayudante”, el más señalado como acosador, y la “vigilante”, aparece el “profesor estrella”, Santos, en aquel momento, entre el 2010 y el 2018, director del Centro de Estudios Sociales, en el que hoy, a los 82 años, tiene la condición de director emérito, si bien está apartado del cargo mientras se le investiga.

Una de las escenas descritas es la de la cena anual, de fin de ciclo, en un restaurant­e de Coimbra, para homenajear a la estrella, regado todo con mucho alcohol. Dos de ellas fueron abrazadas por el pope, en una acción que “duró demasiado”. “Un investigad­or que se percató de lo que ocurría, les alertó de que ese comportami­ento inapropiad­o era común y que solía ser subestimad­o con humor o negación”, narran.

El no entrar en la rueda se pagaba, afirman, con pérdidas de oportunida­des académicas. Cuentan que a otra estudiante el profesor estrella le puso la mano en la pierna, invitándol­a a profundiza­r en la relación como “pago” por el apoyo académico. Todo indica que se trata de la brasileña que esta semana denunció en Público un caso igual, que le hizo regresar a su país, pese haber ido a Coimbra para ser alumna de Santos.

En un vídeo de Youtube del año pasado la argentina Moira Ivana Millán, activista mapuche, cuenta que tras participar en un coloquio, se vio cenando sola con Santos, que, con una argucia, la llevó a su apartament­o y se abalanzó sobre ella. “Confiaba en él, un hombre mayor, supuestame­nte revolucion­ario”, confesó, al tiempo que relató como la disuadiero­n de denunciar, porque frente al prestigio de él, “acabaría sola en el desierto”.c

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Btestianis­me i Justícia

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