Primer frente contra la IA
Emmanuel Macron sobreactúa en el frente internacional hasta el punto de incomodar a sus aliados, tal como se explica hoy en la sección de Internacional. La política interior y la exterior son vasos comunicantes. El recurso de tapar los fracasos domésticos con éxitos en el tablero global es tan antiguo como la política. Augusto ya alardeaba de sus victorias en los campos de batalla del imperio cuando en Roma iban mal dadas. Y Macron necesita urgentemente un revulsivo que relance su agónica presidencia. En estos momentos, se debe de estar preguntando qué le convenía más: si un revés en el Consejo Constitucional que desarbolara su reforma de las pensiones y que de paso desinflamara las protestas en la calle permitiéndole situar el contador a cero o, como ha acabado sucediendo, un fallo que valida su plan pero que agranda hasta extremos desconocidos el abismo entre el Eliseo y la opinión pública.
Es evidente que, en Francia, todos han perdido: Macron ha tenido que imponer con decretazo y antidisturbios el aumento de la edad de jubilación y el conjunto de los franceses han dicho adiós a parte de lo que, a ojos de muchos europeos, era un privilegio difícil de sostener en pleno repliegue del Estado de bienestar. Lo que no es tan obvio–tendrá que pasar aún un tiempo antes de que se pueda determinar– es si esta movilización por la edad de jubilación es un asunto meramente doméstico, como parece, o si , en realidad, se trata de una de las primeras batallas que se libran en Europa en favor de la que será la gran reivindicación de los próximos años: una renta básica universal que permita sobrevivir a la destrucción masiva de empleos que van a provocar los nuevos avances en inteligencia artificial (IA). Probablemente, nos falta todavía perspectiva para saberlo. Pero en pocos años –o meses– saldremos de dudas.
La amalgama de reivindicaciones que alimenta la movilización francesa, continuadora de los chalecos amarillos, va más allá de la edad en la que puede empezar a cobrarse la pensión. En el fondo, puede que subyazca la sensación de desamparo del individuo ante amenazas hasta ahora inimaginables, desde la crisis climática y las grandes migraciones hasta la suplantación del empleo por trabajadores artificiales de última generación.