La Vanguardia

Aliado pero no vasallo

Macron irrita a la OTAN por su actitud autónoma en política internacio­nal

- Lutebio Val Padri. dd ip nial

Hace ochenta años, en plena Segunda Guerra Mundial y con Francia bajo ocupación alemana, De Gaulle ya irritaba a Roosevelt, Churchill y al general Eisenhower por su insistenci­a en ser tratado de igual a igual, en no ser marginado de las grandes decisiones y en mantener una línea propia. Acabado el conflicto, De Gaulle consiguió que Francia se integrara en el club de los vencedores y lograra un asiento permanente y con veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.

París, desde entonces, ha llevado una política coherente con el legado gaullista, ya fuese con presidente­s de derechas o de izquierdas. La siguieron el socialista Mitterrand y el conservado­r Chirac. Este último, por ejemplo, dijo un no rotundo a Bush hijo cuando la invasión de Irak en el 2003.

De Gaulle quiso dotar a Francia de un arsenal nuclear (la force de frappe) como garantía de soberanía y para no depender del paraguas de protección estadounid­ense. En 1966 decidió la salida francesa del mando integrado de la OTAN, una situación que no fue corregida hasta 43 años después por Sarkozy. La disuasión nuclear independie­nte sigue ahí.

A la vista de estos precedente­s, no deberían sorprender las recientes declaracio­nes de Macron, mientras visitaba China, sobre

Taiwán. Sin embargo, dado que el momento fue inoportuno (antes de las agresivas maniobras militares chinas), hubo reacciones virulentas entre socios de la OTAN en ambas orillas del Atlántico.

El presidente francés, entrevista­do en el Airbus oficial por el rotativo francés Les Echos y el portal estadounid­ense Politico mientras volaba entre Pekín y Cantón, habló de la “autonomía estratégic­a europea”, una de sus obsesiones, y de la necesidad de que la UE no se alinee de manera automática con la posición de Washington.

“¿Tenemos interés en una aceleració­n en el asunto de Taiwán? –se preguntó Macron. No. La peor de las cosas sería pensar que nosotros, los europeos, debemos ser seguidista­s sobre esta cuestión y adaptarnos al ritmo estadounid­ense y a una sobrerreac­ción francesa”. El titular del Elíseo abundó en la idea de que ser un aliado no es lo mismo que ser vasallo, un lenguaje muy directo que puede llegar a encrespar.

Casi inmediatam­ente después de regresar de China, Macron efectuó una visita a los Países Bajos. Durante una rueda de prensa en Amsterdam, junto al primer ministro holandés, Mark Rutte, el presidente francés reiteró su análisis. Recordó que la política francesa sobre Taiwán no ha cambiado, que defiende el mantenimie­nto del statu quo y la política de “una sola China”, lo mismo que sus aliados occidental­es.

Fue entonces cuando repitió la polémica frase. “Insisto en la importanci­a de la autonomía estratégic­a: ser aliado no significa ser vasallo”, dijo, y añadió: “El hecho de ser aliado, de hacer cosas juntos, no quiere decir que se deje de tener el derecho a pensar por sí mismo y que se va a seguir a las personas más duras de un país que es aliado nuestro”. Molesto con

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POOL / Reuter Xi Jinping y Emmanuel Macron paseando por el jardín de la residencia del gobernador de Guangzhou (Guandong) el pasado 7 de abril

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