Todo o nada, en la Comunidad Valenciana

El PSOE ha tardado en entenderlo; el PP lo comprendió antes: la Comunidad Valenciana es la autonomía que va a determinar el fracaso o el éxito del 28-M para las dos principales fuerzas políticas españolas. El resultado electoral va a definir el poder territorial en España, dado que es la última gran región presidida por un socialista y porque para el PP supondría consolidarse tras asentar su poder en Madrid y Andalucía. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo saben que se juegan en gran parte su futuro en la Comunidad Valenciana, y se están empleando a fondo. Quien el 28-M se alce con la victoria en esta autonomía, y también en ayuntamientos como el de València, tendrá más posibilidades de alcanzar la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales. Será, además, una victoria con una importante carga simbólica, pues las izquierdas valencianas han planteado un modelo de gestión de recursos públicos radicalmente diferente a los de Isabel Díaz Ayuso o Juanma Moreno Bonilla. Ximo Puig es quien mejor ejemplifica la oposición a los programas públicos en Andalucía y Madrid.

Pero el 28-M valenciano será también el escenario en el que deberá verificarse la inteligencia estratégica de las izquierdas a la izquierda del PSOE, en un momento en el que Compromís y Podemos han abierto una inquietante confrontación a propósito del proyecto de Yolanda Díaz, con efectos colaterales, y negativos, en la política valenciana. Recordemos: las izquierdas valencianas del PSPV, Compromís, Podem y Esquerra Unida lograron en el 2015 adelantarse a la idea de Sumar con el acuerdo del Botànic, programa de gobierno estable, y de éxito, que ha durado, de momento, dos legislaturas. Solo será posible mantener la “fórmula valenciana” si estas izquierdas alcanzan la cita con fortaleza, alejadas de los ruidos de Madrid. De lo contrario, el PP y Vox podrían lograr una victoria que sería preludio de lo que sucederá, en breve, en el Gobierno de España.