La Vanguardia

Boric, atrapado por las balas

La izquierda chilena saca la mano dura contra el delito y los inmigrante­s detenidos

- Lobert Mur Laucelona

Chile sufre una epidemia de insegurida­d. Cuando asumió la presidenci­a chilena en marzo del año pasado, el izquierdis­ta Gabriel Boric no podía imaginar que poco después la principal preocupaci­ón de la ciudadanía pasaría a ser la delincuenc­ia. Chile siempre fue un país relativame­nte seguro, en comparació­n con otros países de la región, como Argentina, Brasil, Venezuela o México. O, al menos, los delincuent­es no actuaban de manera tan violenta.

Ahora, la violencia es la norma y los homicidios crecen, al igual que los delitos, muchos de los cuales quedan impunes ante la indignació­n y la alarma ciudadanas. Como la intercepci­ón y el robo a dos mujeres de un coche en el túnel de una autopista urbana de Santiago, un tipo de delito nada habitual en Chile. O el frustrado intento de asalto en marzo de un furgón blindado en plena terminal del aeropuerto de Santiago, en el que murieron uno de los atracadore­s y un funcionari­o aeronáutic­o.

Según los Carabinero­s –la policía militariza­da–, en el 2022 hubo 842 homicidios en Chile, un 43% más que en el 2021. En el mismo periodo, la criminalid­ad aumentó un 45%. El robo de vehículos, por ejemplo, subió un 98%. Y entre los detenidos hay un considerab­le incremento de los menores de edad.

Hace ya tiempo que entre los chilenos se extiende la idea de que la violencia es por culpa de la gran cantidad de inmigrante­s sudamerica­nos que han llegado a Chile en los últimos años, especialme­nte colombiano­s y venezolano­s. De hecho, durante la campaña electoral del 2021, el ultraderec­hista José Antonio Kast propuso excavar una zanja en la frontera norte –con Perú y Bolivia– para evitar la inmigració­n ilegal.

El temor de la población al aterrizaje en Chile de la mafia venezolana Tren de Aragua ya es más que un mito urbano, y las autoridade­s creen que, entre sus múltiples negocios ilegales, como el narcotráfi­co o el sicariato, figura el tráfico humano de migrantes de Venezuela por la frontera norte.

La espiral de violencia tuvo su punto de inflexión el 5 de abril con el asesinato del carabinero Daniel Palma en el centro de Santiago. De 33 años, Palma recibió dos tiros en la cabeza desde un coche cuando quiso identifica­r a sus ocupantes, dejando huérfano a un niño de cuatro años y viuda a una carabinera embarazada de cinco meses.

Tras el crimen, la tercera muerte de un policía en menos de un mes, la ministra portavoz del Gobierno, la comunista Camila Vallejo, reconocía que “los delitos están siendo más violentos producto del uso de las armas de fuego que están teniendo como víctimas no solo a los civiles, sino también a los funcionari­os policiales”.

Por su parte, el director de Carabinero­s, el general Ricardo Yáñez, abundó en el aumento de la violencia criminal. “Esto no lo habíamos visto nunca antes: personas que disparan sin ninguna causa”. Yáñez aprovechó para avalar un proyecto de ley que ese día había sido aprobado por el Senado y que convalida la “legítima defensa privilegia­da” de los policías y aumenta las penas para quien mate a un agente del orden.

Junto a otras tres normas para luchar contra la insegurida­d, la ley fue promulgada solemnemen­te por Boric en el palacio de la Moneda solo cinco días después ante las críticas de Amnistía Internacio­nal (AI). En un comunicado, la organizaci­ón denunciaba que la norma “valida un uso desproporc­ionado de la fuerza, transgredi­endo los principios de necesidad y proporcion­alidad”. El director de AI en Chile, Rodrigo Bustos, añadía que la nueva ley implica “un enorme retroceso en materia de derechos humanos”.

Días después del asesinato de Palma, dos venezolano­s con antecedent­es fueron detenidos como sospechoso­s. También era venezolano el autor de otra de las muertes recientes de policías.

“En un 30% de los casos policiales están implicados extranjero­s, aunque la tasa carcelaria de inmigrante­s es baja, de apenas un 5%”, dice a La Vanguardia desde Santiago Alejandra Luneke, socióloga experta en seguridad de la Universida­d Alberto Hurtado. “Eso se ha dado en los últimos tres años; antes, los delitos con inmigrante­s implicados eran inferiores a un 15%”, añade. “Ahora se dan patrones delictivos que antes prácticame­nte no existían, como el secuestro o la extorsión”, agrega Luneke.

El caso de Palma fue la gota que colmó el vaso y elevó la indignació­n ciudadana. Cientos de ciudadanos salieron a la calle al día siguiente del crimen para llenar la icónica plaza Italia de Santiago, símbolo de las protestas generadas por el estallido social del 2019, aunque ahora para mostrar su apoyo a los Carabinero­s, vilipendia­dos durante la revuelta callejera por su dura actuación contra los manifestan­tes.

De hecho, durante el estallido ciudadano se presentaro­n decenas de denuncias contra los carabinero­s por violacione­s de los derechos humanos e incluso por abusos sexuales contra manifestan­tes detenidas. Una de las promesas de campaña de Boric fue indultar a algunos encarcelad­os en las protestas, lo que cumplió al llegar a la Moneda. El mandatario indultó la pasada Navidad a doce personas arrestadas en los disturbios y enfrentami­entos con la policía, causando una gran polémica que ahora contrasta con las políticas de mano dura contra la delincuenc­ia y la inmigració­n esgrimidas por el Gobierno progresist­a de coalición.

Una mano dura aplaudida por la derecha en el Parlamento, donde, inmediatam­ente tras el crimen del carabinero Palma, Gobierno y oposición acordaron una agenda de diez proyectos de ley sobre seguridad a aprobar de manera exprés en tres meses. Entre esas normas figuran la creación del Ministerio de Seguridad, una ley de cibersegur­idad o leyes que permitirán agilizar la expulsión de migrantes indocument­ados o limitar la libertad provisiona­l para delincuent­es reincident­es.

Por su parte, el fiscal general, Ángel Valencia, instruyó a todos los fiscales a solicitar la prisión preventiva de los extranjero­s detenidos indocument­ados, aunque la última decisión sea del juez. Pero para evitar que esa decisión quede a discreción del juez ya hay voces en la oposición y el propio Gobierno que defienden una ley para institucio­nalizar la prisión

En un 30% de los delitos hay extranjero­s implicados, mientras que la tasa carcelaria de inmigrante­s es del 5%

La espiral violenta tuvo su inflexión el 5 de abril con el asesinato del tercer carabinero en menos de un mes

El Gobierno apoya la decisión de la Fiscalía de enviar a prisión preventiva a los simpapeles detenidos

“Boric entregó la agenda de seguridad a la derecha y se ha hecho más conservado­r”, dice una socióloga chilena

 ?? P/ssidsncia ds Chils / EFE ?? El presidente de Chile, Gabriel Boric, durante la firma en la Moneda del Compromiso Transversa­l por la Seguridad, el 4 de abril
P/ssidsncia ds Chils / EFE El presidente de Chile, Gabriel Boric, durante la firma en la Moneda del Compromiso Transversa­l por la Seguridad, el 4 de abril

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain