La delincuencia se ha adueñado del debate público y resta energías a Boric
preventiva para simpapeles detenidos. “Quizás el día de mañana se pueda establecer por ley, para que no sea a criterio del juez o del fiscal solicitarlo”, declaró la ministra del Interior y número dos del Ejecutivo, la socialista Carolina Tohá. “Cuando hay una persona con un aparente compromiso en un delito y no tenemos elementos de identificación, todo hace pensar que va a ser difícil después ubicarlo y puede que tengamos muchos vacíos; es muy razonable el criterio” de Valencia, agregó Tohá.
El presidente también ha defendido que “Chile tiene el derecho y el deber de saber quiénes están en su territorio”, pero ha sido más cauto a la hora de elevar a ley la prisión preventiva para inmigrantes indocumentados detenidos. “La migración en sí misma no es un delito, y quiero que seamos muy cuidadosos en esto, porque sabemos donde comienza pero no donde termina”, dijo Boric. “No confundamos a todos los migrantes con delincuentes; eso es importante decirlo, aunque a veces sea impopular”, agregó en un acto público.
La psicosis por la delincuencia se ha adueñado del debate público y resta energías a Boric en su agenda reformista para construir un Estado de bienestar en Chile que sustituya al modelo socioeconómico legado por la dictadura de Pinochet. Sin embargo, el rechazo –con un 62% de los votos– al proyecto de nueva Constitución en el referéndum del septiembre pasado representó ya un primer baño de realidad para el joven mandatario, cuyo índice de desaprobación ciudadana se sitúa en un 64%, tras ganar las elecciones con casi un 56% de los votos. El resultado del plebiscito dio alas a la derecha opositora y a los poderes fácticos, que no quieren que nada cambie: el nuevo proceso constituyente que se inicia ahora tendrá un contrapeso más conservador que el anterior.
“En el fondo, la inseguridad está siendo instrumentalizada por la derecha; no es casual lo que sucede”, opina Alejandra Luneke. “Este es un Gobierno muy debilitado, sin mayoría en el Parlamento. Boric entregó la agenda de la seguridad a la derecha y se ha hecho más conservador para poder hacer otras cosas de su agenda programática”, agrega la socióloga, que es contraria a la “agenda punitivista” iniciada por el Gobierno porque “está estudiado que un mayor castigo no resuelve el problema de la inseguridad”.
A un año de llegar al poder y ante el silencio atónito de sus bases, el presidente Boric está atrapado entre las balas con un Gobierno que enarbola una mano dura que conlleva la derivada de criminalizar a los inmigrantes.
Un discurso que en cualquier país de Europa acostumbra a ser bandera de la ultraderecha.c