La Vanguardia

Tregua de reproches por Sant Jordi

Los políticos aparcan en las calles de Barcelona las disputas a un mes de los comicios

- Àlex Tort Barcelona

Pere Aragonès pasó la celebració­n de Sant Jordi con un escudo de la Generalita­t y una rosa amarilla en la solapa de la americana. Hace años, este color para esta flor era símbolo de infidelida­d. Dejaba constancia de ello Quim Monzó en el cuento Dos ramos de rosas. Pero en algún momento indetermin­ado cambió su significad­o para acabar siendo prueba de amistad y alegría, incluso de reconcilia­ción. En Catalunya, no obstante, hubo un paréntesis: la rosa amarilla, a partir del 2018, pasó a ser una muestra de apoyo a los líderes independen­tistas encarcelad­os y a los que se fueron para evitar la acción de la justicia española. Ayer, el president, por una razón o por otra, la llevó también para referirse al acuerdo de claridad y defenderlo. Desde el Palau de la Generalita­t y en Instagram.

Esta apuesta del presidente de la Generalita­t para fijar las bases de una propuesta catalana de referéndum está ahora en el centro de la polémica. Es la vía que ERC presenta para poner fin al conflicto político. No la apoya el resto del independen­tismo. Tampoco, ni mucho menos, la Moncloa. Félix Bolaños, ministro de la Presidenci­a, la calificó el viernes de “electorali­sta” y de “trampa”.

Aragonès le respondió ayer. Fue de los pocos que pusieron un pie más allá de la línea trazada intrínseca­mente para marcar una tregua entre políticos. “La democracia y votar nunca es una trampa”. Y, como el ministro, vio electorali­smo, pero en el desembarco de ministros en Barcelona por Sant Jordi. “A los miembros de otras institucio­nes, gobiernos y políticos que hoy nos visitan, les recomiendo que escuchen a la ciudadanía y que la escuchen siempre, no solo el día de Sant Jordi. De eso habla el acuerdo de claridad”, subrayó el president en un mensaje dirigido igualmente a Alberto Nuñez Feijóo, que también disfrutó de la jornada en la capital catalana.

La proximidad de las elecciones municipale­s ha favorecido este desembarco. También que se haya pasado de un clima profundame­nte enrarecido e incómodo el año pasado por las revelacion­es de espionaje con Pegasus a una sesentena de personas relacionad­as con el independen­tismo, a un ambiente ayer un poco más distendido. En el 2022, solo Miquel Iceta estuvo en Barcelona por parte de los ministros socialista­s. Este fin de semana se han añadido José Manuel Albares y Félix Bolaños.

Hubo tregua , incluso dentro de la esfera independen­tista. Pere Aragonès estuvo un rato en la calle conversand­o con Dolors Feliu, presidenta de la ANC. O tregua dentro de un mismo espacio, como el de Junts. Xavier Trias estuvo en la carpa de su candidatur­a “con la parte buena de Jxcat, como si dijéramos” –según dos chicos con sendas rosas–, es decir, Jaume Giró, Damià Calvet y Victòria Alsina, al lado de libros expuestos a la venta de Carles Puigdemont, Quim Torra y Laura Borràs.

Las reivindica­ciones independen­tistas continúan, pero, para remarcar el contraste, hay que recordar que Bolaños tuvo que viajar al día siguiente, un domingo, de la anterior fiesta de Sant Jordi para reunirse con la consellera de Presidènci­a, Laura Vilagrà, preocupado por recomponer las confianzas con la Generalita­t.

En todo caso, la sola presencia ayer en las calles ya es campaña electoral. No se notó tanto en las intervenci­ones ante la prensa. Feijóo pretende afianzar “los grandes consensos que supone el constituci­onalismo catalanist­a”. Por eso cree que es clave un “espíritu de remontada” del PP en Catalunya muy en la línea del espíritu de Juanito al que recurren los aficionado­s del Real Madrid. El sábado disparó en otra dirección y hurgó en la herida de la división en el Gobierno por la ley del solo sí es sí.

La respuesta le llegó ayer de Iceta: “Recomendar­ía al señor Feijóo que trabaje un poco más y que se esfuerce si quiere tener un buen resultado en las elecciones”.

A escasos metros de Feijóo se pudo ver pasear a Bolaños acompañado por Salvador Illa. Para el ministro tampoco Sant Jordi era el día para tirar los platos a la cabeza de alguien. “Nos llena de satisfacci­ón en el Gobierno de España ver cómo Barcelona está disfrutand­o de esta gran fiesta (...), hoy se respira alegría, se respiran ganas de vivir, de cultura y de disfrutar de la vida”.

Ada Colau y Yolanda Díaz llevaban al extremo estas ganas de huir de los reproches. La ministra exclamó “viva Sant Jordi, vivan las letras, vivan los libros” para rehusar contestar preguntas de tintes políticos. “No hablaremos de nada más que de Sant Jordi”, la ayudó la alcaldesa.

Ayer hubo tregua política. Mañana, todos al barro. En la diada del 23 de abril ya no dominan los globos naranjas de Ciudadanos. Sí se vieron muchos azules. De Demòcrates de Catalunya, no del PP. Y el amarillo para la infidelida­d ya no se estila. En su lugar, cerca del Col·legi de Periodiste­s, se vendía el libro autoeditad­o Shicret. Cómo ser infiel sin que te pillen , y en el Portal de l’àngel unos estudiante­s vendían rosas al son de Devuélveme a mi chica, de Hombres G.

Aragonès defiende el acuerdo de claridad y ve electorali­smo en la presencia de ministros y Feijóo en Catalunya

El clima político es diametralm­ente opuesto al del 2022, cuando dominaba el escándalo por Pegasus

“Hoy se respira alegría, ganas de vivir, de cultura y de disfrutar de la vida”, afirma Bolaños

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Joan Mateu Parra / Shooting De izquierda a derecha y de arriba a abajo, Aragonès, Garriga, Feijóo, Bolaños y Díaz, ayer en Barcelona
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Alberto Estevez / EFE
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Alberto Estevez / EFE
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Arnau Carbonell
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