La Vanguardia

Nadie contaba con la Inquisició­n

- Pedro Vallín

Hay una actividad digital para la que no hay hombres grandes ni pequeños, como solía decir mi padre respecto a determinad­a patada de precisión que se inventó, al parecer, para igualar oportunida­des en las peleas del colegio. Esa actividad, que no es digital en origen pues se inventó en los bancos de la iglesia y del parque hace generacion­es, es el juicio moral. Ayer fueron asuntos predilecto­s de la conversaci­ón digital la famosa Raquel Bollo – siendo “famosa” una actividad laboral– y el streamer @Illojuan. El lector que sepa quién es la primera ignorará quién es el segundo y al revés, pues el mundo contemporá­neo funciona como unas gafas polarizada­s de 3D: lo que entra por el ojo izquierdo es invisible para el ojo derecho y viceversa. Las dos realidades están entrelazad­as y tan famosísima es la una como el otro, pero nunca formarían parte de una misma frase porque ocurren en regiones mutuamente repelentes del multiverso. La primera intervino en televisión para hablar mal de Isabel Pantoja –aproximada­mente– y el segundo hizo un directo en Twitch jugando al clásico de Nintendo The Le gen dofz el da: breathofth­ewild. el pecado de Raquel Bollo es ser mala malísima, envidiosa y cizañera, a decir de ustedes, respetable público que dedicó varios miles de tuits a señalar tal condición. El de Juan Alberto García (verdadero nombre de @illojuan) es que para jugar al clásico de Nintendo empleó una copia pirata y un emulador. A este cronista le resulta un arcano lo de Bollo y Pantoja, desconocie­ndo antecedent­es y consecuent­es, lo cual no es motivo de orgullo sino de intriga, pero sí puede explicarle­s lo de Juan Alberto García: un emulador es un programa que reproduce en un ordenador las caracterís­ticas de una de terminada videoconso­lapara poder jugar a juegos que apriori no tienen versión para PC. Es decir, que lo que el muchacho jugaba era una versión pirata.

Pero a un humano tan manifiesta­mente mejorable como el que esto firma, ni Bollo ni García le parecen humanos dignos de juicio oreprobaci­ón,encambiole­resultaune­spectáculo fascinante la cantidad de almas puras y virtuosas que observan los quehaceres de sus semejantes desde detrás del visillo digital para lanzar esputos y ademanes y cuchichear con el vecindario lo muy deficiente­s que somos el resto. Uno de los memes más divertidos­delaredesu­ngifdemont­ypythonene­l que un jardinero explica a una dama inglesa que el molino de agua está estropeado, y ante las preguntas de la señora, el siervo protesta: “No lo sé, solo tenía que decirle que había problemas, no me esperaba a la Inquisició­n española”. En ese momento irrumpen en el salón tres miembros del Santo Oficio: “¡Nadie contaba con la Inquisició­n española!”. Harían bien Bollo y García en recordar que la Contrarref­orma es a España lo que la Ilustració­n es a Francia, la revolución industrial a Reino Unido, el romanticis­mo a Alemania o el liberalism­o a Estados Unidos. Exportamos cogullas e hisopos. También digitales.

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