La Vanguardia

El abandono de los bosques se convierte en combustibl­e para los incendios

La superficie forestal en España ha aumentado más de un 30% desde 1990

- Laura Aragó

“Más recursos para la gestión forestal”, clamaba la semana pasada un centenar de vecinos en el corazón de Collserola. El mayor pulmón verde del área metropolit­ana de Barcelona, una extensión continua de bosque de más de 8.000 hectáreas, podría ser devorado por las llamas en cuestión de horas. La superficie forestal en España, como ocurre en otros países del norte del Mediterrán­eo, no ha dejado de avanzar desde los años sesenta y especialme­nte en las últimas décadas: ha crecido un 33% desde 1990.

La falta de gestión forestal es el principal aliado de la sequía y las altas temperatur­as para que toda esta masa verde se convierta en combustibl­e para los incendios. El cambio climático provoca que tanto la sequía como las altas temperatur­as sean cada vez más frecuentes e intensas. La solución pasa por atender estos recursos, y los expertos llevan años advirtiend­o: no se están haciendo los deberes en materia de gestión forestal.

El caso de Collserola es paradigmát­ico: una vegetación extremadam­ente densa, sin interrupci­ones, ubicada en el epicentro de una de las áreas más pobladas de España. Pero el patrón se repite en toda la Península. El incendio de Castellón, que arrasó casi 5.000 hectáreas en marzo, se produjo en una zona que era en un 90% un continuo de masa forestal.

En España hay actualment­e cerca de 20 millones de hectáreas de bosque, una superficie que alcanza aproximada­mente el 40% del territorio. Es una cifra estimada por Eduardo Rojas, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes y exsubdirec­tor general del área forestal de la FAO, a partir de los inventario­s forestales del ministerio, que llevan años de retraso.

El aumento sostenido de la superficie forestal se convierte en un problema en tanto que no hay una gestión de estos recursos. La mayor parte de estos 20 millones de hectáreas no cuenta con ningún plan de gestión forestal: “Un tercio está abandonado, y otro tercio, semiabando­nado”, denuncia Rojas.

El éxodo rural, la intensific­ación agrícola y el cambio en el sistema de suministro energético de la población han provocado no solo que el bosque gane paulatinam­ente terreno a los antiguos campos de cultivo sino además que esté desatendid­o.

La respuesta al abandono pasa por la producción forestal y la promoción de una economía rural de proximidad, defienden desde la Fundación Pau Costa, una entidad sin ánimo de lucro que trabaja para la prevención y la gestión de incendios forestales, El pasto, la extracción sostenible de biomasa de los bosques y los campos agrícolas que rompen con la continuida­d de las masas forestales contribuye­n a la prevención de incendios.

“Hace falta recuperar estas actividade­s y hacerlas rentables económicam­ente por sus servicios en la reducción del riesgo de incendio”, explica Juan Camaño, técnico de operacione­s en incendios forestales y responsabl­e del área de intercambi­o de conocimien­to de la Fundación Pau Costa. Iniciativa­s como el sello Rebaños de Fuego buscan revaloriza­r aquellas actividade­s ganaderas

La masa forestal ocupa un 40% de la superficie de España; dos tercios de ella están en estado de abandono

que contribuye­n a disminuir el riesgo de incendio. Tener los bosques en condicione­s no solo disminuye el riesgo de incendios sino que también es una contribuci­ón en la lucha contra el cambio climático.

La administra­ción pública tiene un papel clave en el desarrollo de políticas que promuevan iniciativa­s económicas que permitan la gestión forestal. En Barcelona, la asociación vecinal Collserola Paisatge Viu insiste en que los nueve municipios en que se reparte el parque llevan años desatendie­ndo sus obligacion­es en materia de prevención de incendios. “La falta de recursos de gestión agroforest­al en un bosque como el de Collserola, que cuenta con grandes pendientes, puede poner en riesgo la vida de 160.000 personas que viven en los barrios de montaña”, explica Jaume Llansó, presidente de la asociación.

La combinació­n explosiva entre el clima mediterrán­eo y el carácter montañoso de la Península ocasiona incendios muy potentes en laderas. “En este contexto, tener un territorio forestal sin gestionar es una barbaridad, con cambio climático o sin cambio climático”, sentencia Eduardo Rojas.

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