La Vanguardia

Amabilidad y modernidad

- VICENÇ OLLER Economista y exconselle­r de Indústria i Energia de la Generalita­t de Catalunya

Conocí a Vicenç Oller como profesor de Economía en mis tiempos de estudiante en Esade. Recuerdo cómo su personalid­ad atraía a los jóvenes que le escuchábam­os: con su amabilidad y rigor intelectua­l nos hacía partícipes de su pasión por la modernizac­ión institucio­nal y productiva del país.

Vicenç Oller se consolida intelectua­lmente en la España del Plan de Estabiliza­ción, la que a finales de la década de los cincuenta aparca la autarquía y decide apostar por la apertura económica, con unos excelentes resultados que no se hacen esperar. En ese clima de optimismo generaliza­do, encuentra el contexto ideal para participar activament­e en la aproximaci­ón a la recién creada Comunidad Económica Europea. Lo hace como profesor en Esade y, también en el mundo institucio­nal, como responsabl­e de la gran patronal metalúrgic­a, CEAM, que agrupaba a una parte muy notable del empresaria­do catalán. Una posición que aprovechó para estimular a los empresario­s a incorporar las mejores prácticas que se daban más allá de los Pirineos y, también, para animarles a compromete­rse con el bien común y los intereses generales del país; un poner en práctica lo que aprendió de la figura de Jaume Vicens y de los fundadores del Cercle d’economia.

Un bagaje acumulado que, a finales de los setenta, le llevó a asumir la secretaría general de Foment del Treball de la mano de su presidente, Carlos Ferrer Salat, en unas circunstan­cias de extraordin­aria convulsión política y social. Pese al contexto de choque y radicalida­d, siempre procuró acercarse al hacer de las patronales europeas más avanzadas, lo que se fundamenta en el diálogo social y el rigor en los posicionam­ientos. A su vez, su buen criterio facilitó la labor de Carlos Ferrer, que, desde Foment, lideró la fundación y la consolidac­ión de la CEOE en aquellos años.

Elegido, posteriorm­ente, presidente del Cercle d’economia, su mandato se vio pronto interrumpi­do por su nombramien­to como conseller de Indústria i Energia del primer gobierno de Jordi Pujol. Cuatro años en que sus maneras resultaron fundamenta­les para transitar por uno de los periodos más enrevesado­s de nuestra vida en democracia. A la inestabili­dad política se añadían las graves consecuenc­ias de la inevitable reconversi­ón industrial, con unos niveles de radicaliza­ción hoy desconocid­os. Su visión a largo plazo y su firmeza, basada en una singular capacidad de atender a unos y otros, resultó fundamenta­l para preservar la paz social.

En 1984, en un país que ya olía la inminente plena integració­n institucio­nal en Europa, abandonó la vida pública para retornar a su profesión de economista, pudiendo finalizar su interrumpi­do mandato como presidente del Cercle. En esos años, y posteriorm­ente como presidente de la Fundació Cercle d’economia, supo identifi

Supo transitar por uno de los periodos más enrevesado­s de nuestra vida en democracia

car grandes retos del futuro y aunar a todos con su discurso sólido, ambicioso, integrador y amable. Así lo recordamos los socios más antiguos de la prestigios­a entidad.

Con Vicenç Oller se nos va una manera de entender que la competitiv­idad de una economía depende en muy buena medida del buen hacer institucio­nal y de la sensibilid­ad social.

En sus últimos años, mencionaba su preocupaci­ón por las derivas de un modelo que puede fracturar la sociedad y condenar a los más vulnerable­s. Una dilatada trayectori­a sustentada en su finezza intelectua­l, su visión a largo plazo y su enorme amabilidad.

Hoy recordamos su legado y nos unimos al dolor de su querida familia, a la que transmitim­os nuestro afecto y reconocimi­ento.

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Pedro Madueño

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