La Vanguardia

Menos patria y más barrendero­s

El libro ‘Metrópolis sin gobierno’ explica por qué España se ha quedado atrás en la organizaci­ón política de sus grandes concentrac­iones urbanas

- %&'() V* +r,-& Barcelona

Hagamos un ejercicio de memoria: ¿cuántas veces en el último año han escuchado a Pedro Sánchez, a Núñez Feijóo, a Pere Aragonès o a Isabel Díaz Ayuso hablar del sistema de recogida de basura de su barrio, del lío de los patinetes y las bicis en la calle o de la frecuencia de paso del metro que toma cada día para ir a trabajar. ¿Pocas? ¿Ninguna? Segurament­e, ninguna.

Sin embargo, para todos nosotros, que el camión de la basura se lleve la bolsa, que el metro circule con cadencias razonables o que el agua que sale del grifo sepa a agua es más importante que la enésima bronca sobre la renovación del Poder Judicial.

Sin querer banalizar los grandes asuntos que la embargan – también los barrendero­s necesitan que funcione la justicia–, lo que es indudable es que la política –y, como se verá, singularme­nte la política española– nunca ha tenido un especial interés por esa parte minuciosa de la gestión pública que es el gobierno de las ciudades.

Y todo ello, a pesar de que el 86% de las personas que viven en España reside en zonas urbanas, más o menos extensas, más o menos pobladas.

En realidad, si lo piensan, hoy es más famosa la España vaciada que la España superpobla­da. Es un contrasent­ido. Pero es así.

Mejor dicho. En España, que el poder urbano sea un asunto poco relevante es una tradición. Una tradición política derivada de cómo se repartiero­n el poder nuestros padres y abuelos en la refundació­n de la democracia allá por el año 78 del siglo pasado. A un lado, el gobierno central; al otro, las comunidade­s autónomas. Y abajo y lejos, los municipios.

Los municipios inquietan. No olviden un detalle importante de la transición: antes llegó Tarradella­s a Catalunya que nos dejaron elegir a nuestros primeros alcaldes democrátic­os. Narcís Serra en Barcelona, Tierno Galván en Madrid. Y así todo.

Pero, con el tiempo, ha ocurrido que hoy las ciudades se han convertido en tractor de los países. En todo el mundo. De lo que ocurre en ellas, de cómo se organizan, de cómo crecen, de cómo conviven y se resuelven sus enormes contradicc­iones, depende, hoy más que hace unos decenios, el futuro. Gustará o no, pero es así.

La mayoría de los países europeos hace tiempo que se dio cuenta de este cambio. Y se puso a pensar en cómo debían gobernarse sus aglomeraci­ones urbanas. Lo hicieron Italia, Alemania, Francia… cada una a su manera reformaron sus mapas políticos. España, no.

De eso trata el libro que el martes por la tarde presentaro­n en Barcelona la politóloga Mariona Tomás –editora del texto en el que participan otros quince autores– y el sociólogo Marc Martí-costa.

Metrópolis sin gobierno (Tirant, 2023) es un libro tal vez algo denso, pero que aborda todo cuanto se ha escrito más arriba. De la invisibili­dad de esa política minuciosa que aborda las cosas que ocurren en la esquina de casa. Y de la urgencia de organizarl­a mejor.

La tesis central del libro es que hemos quedado varados en una concepción antigua de la geografía política. Anclados en lindes de un mapa patrio que no ya existe.

La idea es sencilla de entender si atendemos a nuestras vidas cotidianas: ¿cuántas veces a lo largo de la semana usted ha cruzado los límites de su distrito, de su municipio, de su comarca para ir a trabajar, estudiar, amar, comprar…? Y si esto es así, ¿no deberíamos gobernarno­s de un modo acorde con esa misma lógica?

No solo sería mejor sino, incluso, posiblemen­te, más justo. Porque trasladar esa lógica en común a una política compartida podría revertir en una redistribu­ción más acertada de los recursos. Recursos culturales, sanitarios, residencia­les, medioambie­ntales… Casi todo. De eso trata el necesario reconocimi­ento de las realidades metropolit­anas en España que aborda el libro.

Posdata: si les ha convencido la idea, no olviden que el 28 de mayo –¡elecciones municipale­s!–es un día propicio para tomar partido por quienes mejor defiendan esa innovación necesaria.

En este país nunca ha interesado esa parte minuciosa de la gestión pública que consiste en gobernar las ciudades

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Mané Espinosa Una perspectiv­a singular: Diagonal Mar de Barcelona vista desde Badalona

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