La Vanguardia

Pastoreand­o autores

Los jefes de prensa de las editoriale­s domestican el tráfico para llegar a tiempo a las múltiples citas y miman a sus escritores cuando firman poco

- Begoña Gómez Urzaiz Barcelona

En los días previos a Sant Jordi todas las editoriale­s y librerías cuelgan los programas de sus autores y, si uno los mira de cerca y piensa un poco en la logística, no tarda en ver el problema. ¿Cómo es posible que la misma persona esté convocada de 11 h a 12 h en plaza Catalunya e, inmediatam­ente, de 12 h a 13 h en Diagonal? ¿Cómo va a llegar de un punto a otro un día en que la ciudad está colapsada? La única respuesta clara a esa pregunta es: acompañado, va a llegar acompañado.

Al lado de cada autor que se mueve por Catalunya y, específica­mente por Barcelona, firmando libros hay otra persona, que pertenece a su editorial y es generalmen­te su jefe de prensa pero también su editor, el encargado de marketing o cualquier otro miembro de plantilla del sello –ese día hacen falta refuerzos y todo el mundo se arremanga– que se dedica a pastorearl­o. Y son ellos, los pastores de autores, quienes haguir

Veteranos y novatos coinciden en que el de Sant Jordi es a la vez el mejor y el peor día del año

cen posible el Sant Jordi, quienes se aseguran de que un autor esté el viernes en la fiesta Drac del CCCB, el sábado en las celebracio­nes de Continuarà y La Vanguardia y el domingo en la comida de Planeta, de que llegue a todas sus firmas, desayune con la alcaldesa, se haga selfies con sus lectores y tome cócteles con sus congéneres al final del día.

“Rafael Reig, uno de los primeros autores que acompañé en mi vida laboral, acuñó el verbo ‘pastorear’ para definir la labor de la responsabl­e de prensa y me parece que el término adquiere su significad­o más completo en Sant Jordi”, dice Lídia Lahuerta, que ahora comparte tareas de comunicaci­ón con Maria Teresa Slanzi en Anagrama. “Debes tener la ruta memorizada y conseque tu autor llegue a tiempo a cada una de las firmas salvando cualquier posible aglomeraci­ón y siendo responsabl­e de que cubra sus necesidade­s básicas a lo largo del día , que incluye hidratació­n, paradas técnicas para ir al baño y conversaci­ón animosa para levantarle el ánimo si no es de los que más firman, que es lo más habitual”.

Esos son los dos principale­s flancos que tienen que cubrir los pastores de autores: asegurarse de que llegan de un punto a otro y mimarlos cuando no están hinchándos­e a firmar y tienen al lado a un autor que sí está arrasando. Con el primer punto, todos han vivido aventuras de todo tipo. Núria Alemany, actual directora de comunicaci­ón de Periscopi, trabajó antes muchos años en Grup 62 y allí se encargaba también del pre Sant Jordi, es decir, pastorear autores por todas las comarcas catalanas en los fines de semana previos a la gran fiesta. “Una vez me tocó llevarlos a todos en una furgoneta automática que yo no sabía cómo conducir. Tenía que llevarlos a Girona y Granollers. A la ida, se prestó a conducir Pau Vidal – autor de libros como Nivell Ç y Co

Han de cubrir sus necesidade­s básicas, que incluye levantarle­s el ánimo si tienen un vecino que firma más

Cuando Christophe­r Paolini pidió un guardaespa­ldas “barajamos que alguien de la editorial se disfrazara”

rregir mata– y, a la vuelta, Ferran Rañé”. La otra furgoneta de la editorial, por cierto, la llevaba Guillem Gisbert, el cantante de Manel (y jurado del premio Llibres Anagrama) que durante muchos años también pastoreó autores. Ayer, Alemany paseó por primera vez, y con extra de mimos, a una escritora embarazada, Helena Guilera, autora de

L’escuma. “Le pediría a Ada Colau un carril especial para autores y sus paseadores el día de Sant Jordi en la Superilla de Sant Jordi porque si no es imposible, vas acumulando retrasos”, dice. Los taxis van escasos y llevar al escritor trotando de cita en cita no siempre es una opción. Alba Fité, que lleva comunicaci­ón en Destino, una vez montó a Alfredo Bryce Echenique en un autobús de TMB atestado para subir el paseo de Gràcia y mucha gente recuerda, casi como si lo hubieran soñado, que Sílvia Sesé, la actual editora de Anagrama, subió a Ana María Matute en un coche de caballos. Pero eso, aclara Sesé, no ocurrió en Sant Jordi.

“Lo más raro que nos ha pasado fue cuando Christophe­r Paolini –el autor de Eragon– nos pidió un guardaespa­ldas durante su estancia”, recuerda Andrea Tommasini, de Roca Editorial. Por un momento, barajamos que alguien de la editorial se disfrazara. Al final sí que contratamo­s uno, que era completame­nte innecesari­o. En general, los autores extranjero­s alucinan, aunque les explicamos bien que es un día muy particular. Cuando lo ven, les encanta, pero no entienden el fenómeno, y a veces no entienes den tampoco que aquí no son tan famosos como en su país”.

Esa es otra vivencia que todos los pastores de autores tienen en común, la de hacer de “hombro para llorar” y “gestor de egos”, como dice Vanessa Moreno, de L’altra Editorial, cuando un autor no firma tanto como su vecino .“como no tenemos escritores súper mediáticos, nos pasa a menudo. Se comen unas colas increíbles de los mediáticos, mientras ellos no firman. Lo que hacemos es marearlos con otras cosas, darles conversaci­ón, y tenerlos siempre muy hidratados”, confirma. En L’altra, además, se reparten todos para hacer de pastores y de libreros en la caseta. Ayer se les juntó tanta gente que pusieron a “novios, familiares y amantes” a vender libros.

Encuestand­o a relativos novatos y a veteranos, es curioso ver cómo llegan a conclusion­es muy parecidas: es el mejor día del año, el peor día del año. Con énfasis en lo primero. Alba Fité, que anteriorme­nte ejerció en Planeta, lleva más de 20 años pastoreand­o autores y le ha pasado de todo. Incluso una petición de matrimonio, que un lector quiso hacer a través de una dedicatori­a de Dolores Redondo en 2021. “Es como el día de la marmota. El día 23 te levantas pronto, te enchufas y al final todo sale bien”, resume.

Patrizia di Filippo, en cambio, solo va por su segundo Sant Jordi en Blackie Books. “Me estrené por la puerta grande, con el Sant Jordi apocalípti­co del año pasado, pesadilles­co, de las siete plagas meteorológ­icas. Ahora ya no me asusta nada. Fue un día difícil pero de trainera, de remar todos juntos, salvar los libros, atender a los lectores, cuidar de tus compañeros. Creo que en general ese es el espíritu de Sant Jordi. En este sector vamos todos tan pillados que ese día, paradójica­mente el más caótico, también sirve para pararse a reflexiona­r: oh, ¡estamos haciendo libros!, hemos paralizado la ciudad por este negocio absurdo nuestro, todo este trabajo para que la gente se lleve un libro a casa y le guste. Me parece increíble”.

Por cierto, desde hace dos años, Dolores Redondo vive con la duda de si la mujer, fan suya, a la que le recomendó en la guarda de su libro que “escuchase a su corazón” –quién sabe si el pretendien­te era de fiar– finalmente aceptó la petición y si hubo boda entre esos dos lectores amantes del thriller navarro. Las páginas de La Vanguardia están abiertas para ellos si quieren aclararlo.c

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Andrea Tommasini,ayer,conel escritor Vicenç Lozano. Fue su acompañant­e durante todo el día, asegurándo­se de que llegara puntual a todas sus citas
Mané Espinosa Inseparabl­es Andrea Tommasini,ayer,conel escritor Vicenç Lozano. Fue su acompañant­e durante todo el día, asegurándo­se de que llegara puntual a todas sus citas

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