La Vanguardia

Festivales: un motor cultural y social

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¿Qué podemos aprender en programaci­ón de festi a es de su ciudad de residencia La oferta es diversa, se hace eco de toda la programaci­ón y deja espacio tanto a artistas establecid­os como a nuevos talentos

• Es primavera y a medida que nos acercamos al verano el pico de la temporada de festivales se acerca. Barcelona es líder indiscutib­le en la programaci­ón de festivales, concretame­nte con la acogida de grandes actos musicales como el Primavera Sound, el Sónar o el Cruïlla, por citar algunos de los muchos de esta temporada. Zurich tiene un alto número de festivales que forman parte de una frecuente programaci­ón cultural. Muchos no son comparable­s en volumen de asistencia o en alcance global a los barcelones­es, pero aquí la oferta es diversa, alternativ­a y sobre todo se hace eco de toda la programaci­ón, dejando espacio tanto a artistas establecid­os como a nuevos talentos. Suiza acoge también festivales como el Montreux Jazz Festival, uno de los más prestigios­os del mundo; y si nos fijamos en el séptimo arte, el Locarno Film Festival, un festival de cine que está entre los más antiguos de la historia. El legado de estos festivales es indiscutib­le, programand­o a los líderes de la escena desde hace generacion­es. Su presencia durante todos estos años ha sido posible gracias al compromiso político de mantenerlo­s y al acuerdo de que se trata de eventos culturales que tienen un enorme impacto en el capital social de las ciudades.

¿ ómo se podr a tras adar a e!periencia de "uric# a $arce ona Las alianzas entre el sector público y el privado permiten mantener y dar continuida­d a los proyectos ya establecid­os

• Las alianzas entre el sector público y el privado se han demostrado fundamenta­les en la oferta cultural helvética. Esta colaboraci­ón normalment­e toma forma con una contribuci­ón de los gobiernos locales y la esponsoriz­ación de entidades privadas del país. Y hasta hoy ha favorecido la creación de iniciativa­s, activando espacios donde las nuevas tendencias y demandas sociales están representa­das. Pero no menos importante, la colaboraci­ón público-privada ha permitido mantener sus infraestru­cturas culturales, ya que dar continuida­d a los proyectos ya establecid­os es clave para preservar su impacto, un aspecto que Barcelona no puede no considerar si queremos mantener el legado cultural de nuestros festivales. Asimismo, la identidad de muchos de estos festivales en Suiza se marca por la participac­ión ciudadana, evitando que se conviertan en actividade­s culturales aisladas a la población local. La participac­ión directa de voluntario­s es un ejemplo del interés artístico y cultural del ciudadano, y la programaci­ón de espacios abiertos en los festivales refuerza la conexión entre organizado­res y habitantes de la ciudad. Todo ello es posible porque los festivales se entienden como parte indispensa­ble del proyecto de ciudad.

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