La Vanguardia

Cortázar en el Priorat

- Màrius Serra

El lunes de Pascua un niño pescó un anfibio de origen mexicano en la riera prioratina de Marçà. Las imágenes de TV3 las firma Ot Guiu Gudí, pero desconozco si es el nombre del niño. En todo caso, Ot sería un nombre excelente para pescar un ajolote, una especie parecida a la salamandra de cuerpo gelatinoso y boca grande que dibuja una sonrisa perpetua. En su hábitat natural está en peligro de extinción, pero se cría en cautividad porque tiene mucha salida como mascota. El capricho que representa comprarse uno también explica su inexplicab­le introducci­ón en el medio natural, lo que aumenta el riesgo de transmisió­n de enfermedad­es a los anfibios autóctonos.

Su nombre, tan llamativo como su aspecto de gremlin, procede del náhuatl axolotl (monstruo de agua) y da título a uno de los cuentos más memorables de Julio Cortázar en Final de juego, que empieza: “Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardin des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilida­d, sus oscuros movimiento­s. Ahora soy un axolotl”.

Cuando lo leí no existía internet y me costó horrores localizar una imagen que me permitiera contrastar la idea mental del ajolote que me había formado. Al final encontré una foto en un libro, donde leí que es uno de los pocos animales capaces de regenerar extremidad­es amputadas y órganos lesionados, incluido el tejido cerebral, y el cuento de Cortázar tomó otra dimensión: “Ahora soy definitiva­mente un axolotl, y si pienso como un hombre es solo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa”.

Los agentes rurales han ingresado al ajolote del Priorat en el Centro de Recuperaci­ón de Anfibios y Reptiles de Catalunya, en Masquefa. Que lo proclamen nuevo patrón de Catalunya.

Pescan un ‘monstruo de agua’ en la riera de Marçà

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