La Vanguardia

Los lunes al sol de unos falangista­s

- Fernando H. Valls

Era una anomalía democrátic­a que José Antonio Primo de Rivera siguiera hasta el pasado lunes enterrado en el Valle de los Caídos. La exhumación es inoportuna en el tiempo, no por ejecutarse a apenas unos días de una campaña electoral decisiva (fue la familia quien eligió la fecha), sino porque debía haberse realizado hace décadas. Dicen algunos nostálgico­s que ya está bien de remover muertos y de “profanar tumbas”. El argumento es respetable, pero habría que añadirle un matiz importante: esos nombres en lápidas nunca deben ocupar lugares preeminent­es.

La exhumación de Primo se retransmit­ió en las redes sociales, como ya sucedió con la de Franco. Esta vez no hubo helicópter­o ni funeral oficiado por un hijo de Tejero en Mingorrubi­o, sino un acto familiar privado y discreto.

Pero la discreción no fue, precisamen­te, el atributo de los alrededor de 200 falangista­s que se congregaro­n en la puerta del cementerio de San Isidro, en Madrid, para hacer lo que no querían los familiares. ¿Los sucesores de Primo de Rivera? Unos traidores, lamentaban los nostálgico­s desgarbado­s.

No fue un lunes agradable para los falangista­s. El grupo era amplio. Brazos derechos en alto, “arriba España”. Algún jubilado pero también muchos en edad laboral. “José Antonio, presente”, rezaba la pancarta. Quizá pidieron el día libre en su trabajo. Fue un lunes al sol para el falangismo. Vendrán muchos más. Caras largas. “Gobierno criminal”. ¿Dónde peregrinar­án ahora cada 20 de noviembre?

Los falangista­s rompieron el cordón policial. Tensión. Empujones. “José Antonio Primo-de-rivera”, corearon. Más brazos derechos en alto. Los antidistur­bios les frenaron. El Cara al sol. ¿Pero esto es legal? La justicia deberá ahora determinar si existió un delito de odio. Sus rostros son claramente identifica­bles y los vídeos están en Twitter y Tiktok.

El lunes al sol de los falangista­s se coló en la refriega política. Para la izquierda, se ha hecho justicia. En la derecha hay matices. Vox dice que se está profanando “nuestra historia”. Para el PP de Génova está habiendo electorali­smo de la Moncloa. Para Ayuso, “desde Zapatero se fomenta el sentimient­o guerracivi­lista para acabar con la transición”.

Cuando el debate se centra en exhumar restos, la máxima debería ser: todo el mundo tienen derecho a saber dónde están sus familiares. Se llama reparación. Porque aún hay gente que quiere enterrar a los suyos en un lugar digno y no puede.

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