Víctimas de abusos en la Iglesia piden justicia ante el Parlament
Un testigo conoce “a parlamentarios víctimas de pederastia”
La comisión sobre la pederastia en la Iglesia del Parlament recibió ayer un bofetón sin mano. Lo propinó una víctima de esta lacra, Josep Roqueta. Este hombre, que de niño fue violado “más de 50 veces por un profesor de los Maristas de Sants” ya fallecido, pidió a los parlamentarios: “Dejad el móvil y escuchadnos”.
Este testigo denunció el silencio que aún envuelve este problema y reconoció que conocen a amigos de su promoción, “incluidos compañeros de este casa (en referencia a políticos que no citó) víctimas del pederasta que abusó de mí y que han callado”. Las dificultades para dar el paso “deberían hacer necesario que estos abusos, como pasa ya en muchos países, no prescriban nunca”.
En la sala había cinco diputados: del PSC, ERC, Junts, En Comú Podem y la CUP (que se tuvo que ausentar a media sesión, aunque dijo que seguiría el debate por el canal en línea del Parlament). Una diputada de Vox asistió inicialmente, pero dijo que se había equivocado de sala y se excusó antes de anunciar que se iba a otro lugar. Los representantes de Ciutadans y el PP no comparecieron.
La comisión de investigación sobre la pederastia en la Iglesia, se llama así, aunque aborda otros abusos, como los de la familia, “los más numerosos”, según Alexandra Membrive y Aurora Martín, víctimas de abusos intrafamiliares. Los relatos de las víctimas de depredadores sexuales de la Iglesia, sin embargo, se llevaron la palma. Josep Roqueta, que se presentó junto a Manuel Barbero, padre de un hijo violado por otro docente de los Maristas, logró grabar una confesión de su verdugo. Su historia se publicó en el 2016. “Al día siguiente, y sin que sepa cómo consiguió mi número, un alto cargo de la congregación me llamó: ‘Después de tanto tiempo, la institución no se merecía esto’. Eso duele más que las 50 violaciones”. Y no fue su único reproche. Hasta la presidenta de la comisión, Susanna Segovia Sánchez, de En Comú Podem, le pidió disculpas “si hemos dado la sensación de que no estábamos pendientes”. El testigo criticó que “alguien de la sala ha estado el 80% del tiempo pendiente del móvil, otras dos personas lo han estado el 50% y las otras dos de forma intermitente”.
El escritor Alejandro Palomas, otra víctima, también afeó el proceder poco empático de los parlamentarios. “¿Quiénes sois? ¿Cómo os llamáis? ¿Por qué no estáis todos? ¿Por qué no me miráis a los ojos? Por favor, hacedlo. Que esto no sea como ir al médico y hablar a una máquina”. Su última obra, Esto no se dice, debería ser de lectura obligatoria.