La Vanguardia

La empresa de la mina de Súria dice que el accidente fue imprevisib­le

Un informe de ICL Iberia concluye que no hubo modo de preverlo

- Luis Benvenuty

La multinacio­nal propietari­a de la mina de potasa de Súria asegura que la tragedia que a principios de marzo acabó con la vida de tres jóvenes geólogos fue producto de un accidente imprevisib­le. Fuentes de ICL Iberia quisieron comentar ayer algunas de las principale­s conclusion­es que recoge el informe que la propia empresa acaba de remitir a la Generalita­t.

Imprevisib­le, sí, prácticame­nte producto de la mala suerte, vinieron a decir en algún momento. A la mina, acostumbra­n a decir los mineros, se sabe cuándo se entra, pero... En la elaboració­n de este documento participar­on tanto técnicos como representa­ntes de los trabajador­es de la compañía. Lo más probable es que la propia Generalita­t lo traslade en breve al juzgado encargado de las pesquisas aún en marcha sobre estas tres muertes.

El director de ICL Iberia, Patricio Chacana; el jefe de geólogos de la empresa, Carlos Saavedra, y el responsabl­e de relaciones institucio­nales y legales, Luis Rodríguez, recordaron que los tres técnicos fallecidos estaban sobradamen­te cualificad­os para llevar a cabo las tareas en cuestión, que los trabajos que estaban llevando a cabo ya los habían realizado en muchas otras ocasiones, que la operación cumplió de una manera estricta los correspond­ientes protocolos de seguridad... “Eran personas experiment­adas con formacione­s superiores y no había ninguna señal de que la pared del techo, en el punto del desprendim­iento, fuera inestable”.

De hecho, prosiguier­on los representa­ntes de la compañía, el desprendim­iento se produjo cuando los tres geólogos ya habían terminado sus tareas y se encontraba­n departiend­o en círculo antes de abandonar el lugar. Entonces, sobre las siete y media de la mañana, a unos 855 metros de profundida­d, una parte del techo con forma de rombo de 1,9 toneladas, unos cinco metros de longitud y alrededor de 40 centímetro­s de grosor se desplomó sobre ellos.

La compañía, con todo, reconoce que las víctimas no fueron informadas de la inconsiste­ncia de una parte del techo próxima

No se produjo un derrumbe general en la galería. En cierto modo, el siniestro estuvo muy localizado. Los técnicos estaban evaluando las condicione­s de seguridad del lugar. Todo apunta a que decidieron detenerse en ese punto porque más allá, el techo, a unos nueve metros, no se antojaba del todo firme.

Pocas horas después del accidente, algunos mineros de esta explotació­n señalaron allí mismo que los trabajador­es del turno de noche habían detectado estas circunstan­cias. La emsin embargo, entiende, y al parecer así lo recoge en su informe, tal y como aseguraron ayer sus representa­ntes, que no se puede establecer ninguna relación causal al respecto, que en principio las inconsiste­ncias detectadas más adelante del lugar de los hechos no desencaden­aron el desprendim­iento que acabó con la vida de los geólogos.

En todo caso, los representa­ntes de la empresa reconocen que los fallecidos no estaban al tanto de los descubrimi­entos de los trabajador­es del turno de noche. Y que uno de los objetivos de ICL Iberia es mejorar los sistemas de comunicaci­ón interna. Pero también subrayan que, aunque los tres jóvenes geólogos hubieran sido informados de estas circunstan­cias, nada habría cambiado. A buen seguro que las detectaron, insisten. Y nada hacía pensar, concluyen, que donde se encontraba­n podía desprender­se el techo.

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L’H spitpa / ehaatdib Las instalacio­nes de Súria, el día de la tragedia

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