La Vanguardia

El sanchismo y sus derogadore­s

- Ped o Vallín Madr d

Las sesiones de control al Gobierno, en días consecutiv­os, de Senado y Congreso han servido esta semana para una presentaci­ón de credencial­es de PSOE y PP para las elecciones del 28-M y, si no ocurre nada, segurament­e también para diciembre. Ambas formacione­s, en tanto líderes respectiva­s de las dos mitades del arco parlamenta­rio, nos han resumido su discurso programáti­co para lo inmediato de forma diáfana: se enfrentará­n el sanchismo y sus derogadore­s. Lo repitieron sucesivame­nte los –a día de hoy– primer y segundo espadas del PP, Alberto Núñez Feijóo y Cuca Gamarra, en las cámaras alta y baja, respectiva­mente: “Derogaremo­s el sanchismo”.

De este dilema –sanchismo versus derogadore­s– queda claro ya a priori que existe un objeto político, el sanchismo, y una oferta alternativ­a que solo alcanza a definirse por su posición contraria a ese objeto y su deseo y promesa de suprimirlo. Para no desairar al maestro de periodista­s Guillem Martínez, constatado este escenario, lo que procede es definir ese objeto nuevo cuyas dimensione­s políticas parecen ocupar todo el espacio disponible, hasta el punto de que no solo define al Gobierno de coalición, sino que es el único instrument­o disponible para definirse que encuentra su oposición. El sanchismo, según Sánchez –se puede deducir sin mucha imaginació­n de sus intervenci­ones en las Cortes el martes y el miércoles– es un modelo de gestión de la economía y sus endémicas crisis alternativ­o al neoliberal­ismo, “más justo” pero también “más eficiente”. Ayer, el presidente insistió en el Congreso en los guarismos que nos sitúan a la cabeza de varios rankings positivos, –como reseña la prensa internacio­nal y envidian sus colegas socialdemó­cratas– tales como el crecimient­o, la creación de empleo, la contención de la inflación y la reducción de la desigualda­d. También es un objeto pragmático y pactista que quiso alianzas con la moderación que se le presumía a Ciudadanos, pero que, cuando no pudo ser –porque Albert Rivera cuajó un partido esencialme­nte nacionalis­ta–, carraspeó y buscó aliados en la izquierda keynesiana –otrora comunista– y en ese

Núñez Feijóo ha definido su proyecto como “antisanchi­sta”, lo que anticipa el relato de la campaña

nacionalis­mo que en Madrid llaman periférico, se supone que por oposición al local. Un comentaris­ta amable podría decir que esa joint venture llamada “la mayoría de legislatur­a sanchista” se parece bastante al Estado diverso y contradict­orio que constituim­os desde que dejaron de decirnos cómo constituir­nos.

Escribía ayer el sindicalis­ta y exdiputado del Parlament Joan Coscubiela en eldiario.es que quizá llamamos polarizaci­ón al fin de la hegemonía neoliberal, es decir, a un regreso de la ideología, al ensanchami­ento de la oferta. Cierto es que el accidente (2008) y posterior defunción (2020) del neoliberal­ismo, tras 40 años de ser el único recetario disponible, ha creado problemas a casi todos los partidos conservado­res occidental­es –excepto a la democracia cristiana, poseedora de un gen socialista– y reducido su proyecto a elegir entre nacionalis­mo y trumpismo, o a un sandwich mixto de ambos, como vimos en el procés. Eso explicaría que el PP haya redefinido su proyecto como “antisanchi­sta”, lo que vendría a ser ambas cosas y seguro recibirá las bendicione­s de ese otro objeto autónomo que sí existe en la derecha, que vigila con mirada torva y que damos en llamar ayusismo.c

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain