La Vanguardia

Añorar Galerías Preciados

- Pedro Vallín

Uno de esos tuits con sedal incitaba anteayer a la comunidad a revelar su edad enumerando tiendas que echara de menos. El domingo, Galerías Preciados amanecía como trending topic español. Es intrigante cómo funciona la añoranza: añoramos Galerías Preciados porque elegimos El Corte Inglés. A esta frase podemos darle todas las vueltas que queramos y podríamos detenernos en los detalles de aquella mitológica batalla empresaria­l –líos familiares, relación con los regímenes sucesivos, intervenci­ón de la Administra­ción...–, pero nada de eso cambia que todos sabemos que Galerías era la hermana pobre de El Corte Inglés. Y si hubiéramos preferido Galerías, hoy no tendríamos que añorarla. Echaríamos de menos el triángulo isósceles verde, y escribiría­mos loas a esa cadena malhadada. Esta semana ocurrió algo parecido con Julio Anguita en la red –algo de culpa tuvo el abajo firmante–, al punto que se proclamaro­n albaceas de su legado aquellos que impugnaron su herencia e hicieron denuesto de sus mañas. En el 2023, Anguita encontró muchos más custodios digitales de su honra póstuma que votantes tuvo. De hecho, muchos de los que se abren las carnes hoy tenían edad legal entonces.

Volviendo a las tiendas, entre el prolijo y sorprenden­te encomio de Galerías Preciados –y de Simago, o Pryca, o cualquier otra marca que no sea Amazon–, abundaba el argumento en defensa del comercio de proximidad, de la humanidad del trato en corto. Esto prueba en qué medida nuestra memoria es un prodigioso artefacto que funciona con una misión biológica única y patente: preservar nuestra autoestima y coherencia en los términos del individuo que somos hoy, sin importar si para ello hay que devastar todas las versiones anteriores de nosotros mismos. El comercio de proximidad no lo mataron las bicicletas de Bezos sino El Corte Inglés, Galerías Preciados, Simago, Pryca, Alcampo... hace treinta años.

En esta paradoja no hay ningún elemento biográfico o cultural que actúe: el prodigio biológico que es nuestro cerebro jamás nos pregunta si queremos ser salvados, simplement­e nos salva en los estrictos términos de quién somos ahora. Si para ello ha de falsificar y racionaliz­ar cualquier hecho anterior y ahormarlo con el ahora mismo, rescribirá toda nuestra memoria sin preguntar a la conscienci­a. Por eso la coherencia solo puede ser condición de los fanáticos o de los que fingen ignorar esa perversión memorístic­a. Las autoestima­s frágiles y ufanas creen que su biografía es un hilo coherente mientras el resto asumimos ser una novelita precaria y efímera. Carl Sagan decía que la astronomía era un ejercicio de humildad forjador del carácter. Resumía así la vertiginos­a relación de lo humano con lo real, de lo irrisorio con lo existente. Las humanidade­s, al revés que la ciencia, son la manufactur­a para que avancen los que no pueden asumir esa indiscutib­le irrelevanc­ia. Por eso es que hay que recuperarl­as en la enseñanza. Para mentirnos y así querernos.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain