La Vanguardia

Retrasos que no son de justicia

El sistema se ve incapaz de cumplir sus propias sentencias que exigen más celeridad España, con una espera media de 32 meses, entre los países de la UE con más dilaciones Asuntos laborales, muertes en el trabajo o desahucios, los más castigados en las d

- JAVIER RICOU Barcelona

Una sentencia del Tribunal Constituci­onal de finales del pasado año lo dejaba muy claro. Un sistema judicial eficiente –recoge ese fallo– tiene que gestionar su carga de trabajo y los retrasos, aunque esa deficienci­a no sea imputable al órgano judicial. ¿Por qué? Porque los ciudadanos, reza esa sentencia, merecen obtener la resolución de su litigio en tiempos razonables. Si no es así, “se incurrirá en una vulneració­n de derechos”.

Conocida esta sentencia y vistos los colapsos en muchos juzgados , con inadmisibl­es retrasos en la resolución de asuntos –aquí la cuenta se hace por largos años–, nadie rebatiría una primera conclusión: ni la justicia cumple con sus propias sentencias. Sobran los ejemplos. El sistema es incapaz –y esa realidad se complica con las últimas protestas de los actores judiciales– de emitir decisiones rápidas y cumplir con los calendario­s marcados por la propia justicia. Algunas estadístic­as o estudios (Arriaga Asociados) hablan de plazos de casi 32 meses, que pueden llegar a los 60, en la resolución de los asuntos más complejos. Esa es la media entre los casos resueltos a tiempo y los que se eternizan.

En demandas laborales, con trabajador­es que se quedan sin trabajo y sueldo, y esperan el apoyo judicial, los señalamien­tos se fijan en un plazo de año y medio. En la jurisdicci­ón civil es normal ya esperar más de ocho meses para tener sentencia. Y en los casos de accidentes laborales, el retraso en la resolución de esos asuntos se demora, según datos de la propia Fiscalía, una media de seis años.

¿El origen de este colapso endémico, que se cobra esa cara factura entre los ciudadanos? Los actores judiciales coinciden: sobrecarga de trabajo, falta de medios humanos y materiales, y pocos juzgados para dar salida al actual volumen de trabajo.

La sentencia del Tribunal Constituci­onal que critica esos retrasos se refiere a un asunto laboral en el que se tardó tres años para el señalamien­to de juicio. Y lo preocupant­e, por no decir muy grave, es que no se trata de un hecho aislado. Hay decenas de causas con retrasos injustific­ados

más prolongado­s en el tiempo.

Un juzgado de Toledo, por ejemplo, ha señalado para junio de este año una demanda de guarda y custodia presentada en el 2017. Aquí se dirime el bienestar de un menor, cuyo padre fue denunciado por violencia machista. Pues ni así se ha corrido o podido acelerar la causa, que se arrastra en una oficina judicial desde hace seis años.

En otro juzgado de esa misma ciudad, un juez tardó, también en una causa de guarda y custodia, cuatro años y medio en dictar resolución. La madre pedía la custodia y cuando llegó la sentencia, el juez falló que al haber pasado tanto tiempo entre la demanda y la resolución la niña se había acostumbra­do ya a vivir con su padre y estimó que sacarla ahora de ese entorno sería contraprod­ucente.

Nada de esto tendría que extrañar sabiendo lo que dicen algunos informes, como el emitido por la Comisión Europea, en el que se informa que España es uno de los países de la UE con menos jueces. Aunque en el apartado de inversione­s en justicia no esté entre los últimos. Cabe presumir, pues, que esos recursos no se estarían invirtiend­o bien.

En ese apartado de comparacio­nes, España aparece también entre los países con mayores retrasos en ejecución de sentencias. Lo recoge el informe The 2022 EU justice scoreboard. Un estudio demoledor, pues concluye que en este país los órganos jurisdicci­onales no son capaces de dar salida a todos los asuntos que entran en sus oficinas. Nuestros vecinos son más diligentes en este asunto. En Bélgica, el plazo para obtener una resolución ronda los dos meses; en Francia, entre tres y cuatro meses.

Arriaga Asociados, con más de 60.000 clientes en procedimie­ntos sobre la nulidad de cláusulas abusivas, acaba de dar un paso para denunciar esos injustific­ados retrasos. Entienden que se está vulnerando de forma sistemátic­a el derecho de todo ciudadano “a un proceso sin dilaciones y a la tutela judicial efectiva”. Ese despacho está recurriend­o los procedimie­ntos paralizado­s desde hace más de dos años y dirigiendo a los juzgados peticiones de impulso. Si todos los abogados hicieran lo mismo, en esas oficinas se viviría un nuevo colapso.

El Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, vuelve a ahondar en este endémico colapso de la justicia en su último informe. Revela que las quejas por dilaciones injustific­adas en esas oficinas “no para de aumentar”. Habla, en ese informe, de un proceso judicial que lleva abierto en un juzgado de la sierra de Madrid más de 24 años.

A todo esto hay que añadir la factura, pagada por todos los españoles, por el anómalo funcionami­ento de la justicia. Un informe del CGPJ revela que los errores o dilaciones indebidas costaron el pasado año 3,17 millones de euros en indemnizac­iones, un 38% más que en el 2021.c

Un despacho de abogados recurre todas las causas que llevan paralizada­s más de dos años

El mal funcionami­ento de las oficinas judiciales cuesta al bolsillo de los ciudadanos más de 3,1 millones al año

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CHRIS RYAN/GETTY Desbordado­s Los actores judiciales no esconden estar al borde del colapso lo que les impideusar ese mazo que anuncia el final de un proceso en los plazos fijados por el sistema

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