La Vanguardia

Barcelona y el Barcelona

- Francesc Peirón

Vista desde Nueva York, Barcelona sigue siendo la ciudad de los prodigios que tan bien describió Eduardo Mendoza. Esta afirmación no es por el efecto de la nostalgia. Tiene una base factual.

Correspons­ales y buenos compañeros de Madrid y otras ciudades reconocen que, de forma habitual, cuando los lugareños les preguntan de dónde son, escuchan como los neoyorquin­os replican que muy bien, pero que la ciudad que más admiran es Barcelona.

Hay que reconocer que en estos últimos años las intensas campañas promociona­les de Madrid o de Málaga han abierto nuevos intereses. Pero, en el cómputo de aprecio, la capital catalana continúa siendo la punta de lanza.

Todas esas campañas tienen un efecto muy inferior al de la que, gratuitame­nte, Barcelona ha disfrutado estos días.

Este fin de semana se ha apuntado un tanto que se puede calificar de histórico, al alcance de muy pocas metrópolis, sin duda hoy celosas. Con la excusa de la actuación de Bruce Springstee­n, una de las leyendas vivas de la música más remarcable­s, The Boss contó con el apoyo de Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, y su esposa Michelle, así como con Steven Spielberg, uno de los mejores directores de la historia de Hollywood, y Kate Capshaw, casados desde 1991.

Estos visitantes ilustres son la más clara demostraci­ón de que, pese a sus defectos, Barcelona “tiene poder”, como el gran Peret

cantó en 1992 en su Gitana hechicera que cautivó al mundo.

El ya difunto presidente del Barça Josep Lluís Núñez, cuyos tics parece haber heredado la actual junta directiva, pronunció eso de Barcelona “es esa ciudad que lleva el nombre de nuestro club”. Su dislate podía haberse perdonado en época reciente, cuando Messi, Xavi e Iniesta convirtier­on el fútbol en arte. Sin ese trío de magos, ningún entrenador habría logrado la dimensión extraterre­stre de aquel equipo, uno de los mejores embajadore­s de Barcelona.

El otro día apareció Trevor, el manitas del edificio al que también llaman el ingeniero. Es un apasionado del soccer y del Manchester United, pero conoce bien la Liga española.

Ni a favor ni en contra de los azulgrana –todavía habla del Barça de Messi con devoción–, hizo una reflexión. Partió de que no tenía duda alguna de que los culés ganarán el título, aunque observó nubarrones. “Veo los partidos del Barcelona y, todo aquello que disfruté, ahora es aburrimien­to”, dijo.

Barcelona hechiza y el Barcelona es un somnífero. Debe de ser lo que se define como el sueño de ser campeones.

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