La Vanguardia

El autoelogio debilita

- Director Jordi Juan

La considerad­a orquesta más famosa del mundo, la Filarmónic­a de Berlín, actuó ayer en el templo de la Sagrada Família para elevar aún un poco más la autoestima de Barcelona tras unos intensos días de gran actividad cultural y lúdica de la capital catalana. Los privilegia­dos que tuvimos la oportunida­d de escuchar ayer la combinació­n de los sesenta músicos de esta gran orquesta con el centenar de miembros del coro del Orfeó Català del Palau de la Música y la dirección del maestro Kirill Petrenko no podremos olvidar fácilmente el espectácul­o vivido en el majestuoso marco del templo expiatorio. Tiene razón nuestra compañera Maricel Chavarría cuando escribe que ayer sucedió el milagro de que la Misa de coronación de Mozart pudiera sonar a celestial en medio de la lógica reverberac­ión de la Sagrada Família. La obra de Gaudí no se construyó para este tipo de conciertos, pero la gran capacidad de los músicos y los técnicos logró que la música sonara de la forma más sublime posible en consonanci­a con el imponente escenario que la acogía.

Los Filarmónic­os de Berlín componen la orquesta más reclamada del mundo y por eso se permiten el lujo cada Primero de Mayo, cuando se conmemora el aniversari­o de su fundación, de escoger alguna localidad europea para dar un magno concierto. Y este año han escogido Barcelona, lo que supone otro éxito para la marca de la ciudad. Las ocho grandes television­es europeas que retransmit­ieron en directo el concierto relanzarán aún más esta imagen icónica, especialme­nte del templo. El acto de ayer viene a sumar una larga lista de eventos de éxito de la ciudad de los que hemos ido informando estos días –la diada de Sant Jordi, el Trofeo Conde de Godó, el Barcelona Film Festival, la feria Seafood o los conciertos de Bruce Springstee­n, entre otros– y que nos puede llevar a caer en la autopromoc­ión empalagosa si no se toma conciencia de que Barcelona es una gran marca pero que se tiene que cuidar. Felicitémo­nos por ello y por lo que supondrá también la Copa del América el próximo año, pero hay que huir del conformism­o y de creer que todo está hecho. El elogio, y más si es propio, debilita. Hay que ser aún más ambiciosos y pensar que el potencial de Barcelona sigue siendo muy grande.

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