La Vanguardia

Uno de los nuestros

- Josep Martí Blanch @Josepmartb­lanch

Escándalo mayúsculo el de las oposicione­s. La prueba del nueve para un gobierno incapaz de planificar y dirigir con acierto. Pero no solo eso. Del mal gobierno a la mala administra­ción hay solo un paso. Y es muy corto. El estropicio –¡qué falta de respeto a quienes se jugaban su futuro laboral en esa jornada! – obedece a una multiplici­dad de factores. Pero ninguno de ellos ajeno a la responsabi­lidad de la Generalita­t. Culpable de principio a fin. Delaaalaz.

En primer lugar, la dejadez de funciones. Nadie al volante en algo tan nuclear para la Administra­ción como las pruebas de acceso a la función pública. Externaliz­ar un servicio –para algunos, algo necesario si lo hace la izquierda, malo siempre si lo propone la derecha– puede resultar convenient­e. Pero exige control y supervisió­n. Que la hasta ahora directora general de Funció Pública, Marta Martorell, fuera nombrada con posteriori­dad a la decisión de organizar a través de terceros las oposicione­s no la exonera de culpa. Con el cargo vienen las cargas, no solo las prebendas. Su despido –en el DOGC se le agradecen los servicios prestados– está más que justificad­o. Pero, como en el chiste, ¿hay alguien más?

Dejemos a un lado si deben rodar más cabezas. Levantemos la vista para observar lo que pasa desapercib­ido por considerar­se tan normal como el respirar: nuestra pésima cultura política. ERC decidió en el 2021, con su llegada al ámbito de la función pública tras alcanzar Pere Aragonès la presidenci­a, iniciar una razzia que descapital­izó de conocimien­to y experienci­a esa parcela de la Administra­ción. No bastaba con tomar posesión de los cargos políticos. Había que limpiar también la escena de funcionari­os del máximo nivel.

Con ese pecado hay que relacionar gran parte de la penitencia de ahora. No hay posibilida­d alguna de construir una Administra­ción eficaz sin que primen el mérito, el conocimien­to y la experienci­a. Y en este caso concreto, basta con consultar el DOGC de los últimos años (para los nombramien­tos formales a través de concurso de libre designació­n) o con tener un conocido que pueda hacer lo propio en portal de RR.HH. de la Generalita­t (en este caso, para las tan habituales designacio­nes en funciones) para tomar nota de la descapital­ización de experienci­a y conocimien­to en el área de la función pública. Y no porque el funcionari­o que llega sea menos capaz que el que estaba. Simplement­e sucede que tiene mucho por aprender. Y a los puestos que demandan un saber específico y sectorial, uno ha de llegar medianamen­te sabido.

Este modo de hacer está generaliza­do. Afecta al conjunto de la Generalita­t. Y tampoco cabe ser tan ingenuo, ni malintenci­onado, para atribuirlo en exclusiva a ERC. Solo que conviene ir haciendo el balance entre lo prometido y lo cumplido. Y los republican­os en este capítulo ya se han convertido en un corregido y aumentado de los malos hábitos.

El desperdici­o de talento obrando de tal forma es extraordin­ario. A cada cambio de color político, o con el simple relevo de un alto cargo entre compañeros con el mismo carnet, el rendimient­o de la Administra­ción padece el riesgo de caer en barrena. Este festival del despropósi­to, sufragado con sus impuestos, es el que explica la larga lista de funcionari­os –muchos de ellos,

A cada cambio de color político el rendimient­o de la Administra­ción puede caer en barrena

de nivel 30, el máximo en la Administra­ción– que pasan su jornada laboral leyendo periódicos y haciendo entre poco y nada. Puestos bien retribuido­s para los purgados. Un cementerio en el que se espera aburrido el próximo cambio de gobierno. ¿Su falta imperdonab­le? Haber servido lealmente a otros antes que a los de ahora.

En el 2015 la Generalita­t aprobó un proyecto de ley de ordenación del sistema de dirección pública profesiona­l de la Administra­ción y de su sector público. El texto decayó con la legislatur­a. Fue el primer y único intento de avanzar en Catalunya hacia la profesiona­lización de la Administra­ción en función del mérito y la evaluación de resultados.

Ocho años después, digámonos la verdad aunque nos duela, nadie está por renunciar al placer que proporcion­a poder formular la pregunta clave en los procesos de los puestos de dirección funcionari­al y empresas públicas: ¿ese es de los nuestros? Y claro, así de bien organizamo­s después las oposicione­s.

 ?? Mericrobis ?? Las caóticas oposicione­s del sábado
Mericrobis Las caóticas oposicione­s del sábado
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain