La Vanguardia

La cucaracha de la alfombra roja

- Àlex Tort

Primer desfile. Una cucaracha se salta el martes el cordón de seguridad para dirigirse a la alfombra roja de la Gala Met de Nueva York. Se pasea pese a la oposición de un fotógrafo. Este le planta el pie para cerrarle el paso, pero ella lo esquiva; la fotografía y trata de cegarla a flashazos. Ni caso. Simula que la aplasta. El bicho se asusta y sube las escaleras enmoquetad­as. Ahora los que se aterran son señores con corbata. Nadie se atreve a aplastarlo, o como mínimo hasta donde llega el tiro de cámara. La corrección política...

Más arriba de esta alfombra roja encontrará una gigantesca gata birmana. Será el actor Jared Leto, que homenajea al diseñador de moda Karl Lagerfeld disfrazado de Choupette (algo así como Cariñito), nombre de la felina que lo acompañó en los últimos años de su vida. La gata, la de verdad, la de carne y hueso, es heredera multimillo­naria, tiene Twitter, con 45.500 seguidores, e Instagram, con 228.000. Extingámon­os ya junto a las cucarachas.

Segundo desfile. Este, cívico-militar. Fue imposible verlo en las redes. El toma y daca entre Isabel Díaz Ayuso y Félix Bolaños copó todas las miradas. Ni ganas de ver el desfile. Ya solo nos interesan los de legionario­s para boicotear los vídeos al ritmo de Single Ladies de Beyoncé, La marcha imperial o Coches chocones.

La presidenta se habría quedado corta para llamar la atención en la Gala Met con esa hombrera de inspiració­n taurina. Allí todo el mundo viste muy atrevidame­nte.

Con todo, su cometido era otro, en Madrid, para conmemorar el Dos de Mayo. Acabó consiguien­do que Bolaños se rindiera, como los franceses hace dos siglos, sin la defensa de Robles. Inexplicab­le la posición de la ministra. No hizo nada cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid negó el acceso al ministro a la tribuna de autoridade­s –también roja–. Quizá Bolaños llevaba calcetines blancos, razonó Oskar Matute, de EH Bildu. El equipo de protocolo de Ayuso es implacable. Ni siquiera esa cucaracha neoyorquin­a habría accedido.

Ayuso ha jugado bien sus cartas. Va a por la mayoría absoluta el 28 de mayo y hará que Vox se derrita como un terrón de azúcar cuando desplace a Feijóo de la presidenci­a del PP. Tiempo al tiempo. Madrid se va. La presidenta posee un número de pie lo bastante gordo como para aplastar a cualquiera que se le ponga bajo el zapato y desfile delante de ella. No se anda con chiquitas, tiene poca corrección política y crujirá a quien sea. Si hace falta, sobre una alfombra roja.

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