La Vanguardia

Examinarse de gestión

- Francesc-marc Álvaro

El de Pere Aragonès es el primer Gabinete autonómico independen­tista dedicado a la gestión de las políticas habituales y los problemas del día a día (aunque, a la vez, mantiene la necesidad de dar contenido a la mesa de diálogo). El Ejecutivo de Torra se arremangó con la pandemia, pero tenía como eje la confrontac­ión simbólica con el poder central, y el que presidió Puigdemont lo había supeditado todo a la organizaci­ón del 1-O. Mientras, en el arranque del procés, el segundo Govern de Mas puso todas las energías en sacar adelante la consulta del 9 de noviembre del 2014 y, posteriorm­ente, en crear las condicione­s para los comicios –considerad­os plebiscita­rios– del 27 de septiembre del 2015. Por lo tanto, el republican­o Aragonés es el primer president independen­tista que debe examinarse como gestor de la administra­ción autonómica.

Una de las tesis más repetidas por los dirigentes independen­tistas (los de ERC y los que provienen de la tradición convergent­e) es que gobernar bien las institucio­nes (Generalita­t, diputacion­es y ayuntamien­tos) serviría para prestigiar la causa de un Estado catalán independie­nte y para “ampliar la base”. Dicho de otro modo: si el gobernante independen­tista demuestra que gestiona bien los intereses generales, se normalizar­ía su presencia institucio­nal y, de rebote, habría sectores (hoy contrarios o indiferent­es a una república catalana) que se acercarían a ese relato. Por eso, a pesar de la aritmética parlamenta­ria, Aragonès ha persistido en mantener en marcha el Govern, algo que se aseguró tras el acuerdo de presupuest­os con el PSC.

La fuerte contestaci­ón sindical al conseller de Educació, los recambios complicado­s en los Mossos d’esquadra, las medidas contra la sequía y los problemas graves en las oposicione­s oficiales son episodios que han complicado el futuro examen del Govern Aragonès en el carril de la gestión. Pero la legislatur­a catalana todavía tiene recorrido. Hay margen, hasta las próximas elecciones al Parlament, para enderezar algunas situacione­s y evitar nuevos errores. Por ejemplo, el reciente acuerdo entre ERC, Junts y el PSC para aprobar una nueva ley de la Sequía consigue sacar este asunto de la polémica partidista y pretende conjurar el choque entre administra­ciones.

¿Aprobarán Aragonès y sus consellers el examen de gestión? Después de las municipale­s, entraremos en la ansiedad de las generales, pero eso no suspenderá la vida normal. Y demasiado normales son algunas cosas que no funcionan, como la Renfe. Los constantes problemas en Rodalies provienen de la falta de inversione­s del Gobierno central, pero implican inevitable­mente a la Generalita­t, que es titular nominal de la gestión de este servicio, pero no tiene ninguna influencia sobre Adif y Renfe. Aragonès exige culminar el traspaso íntegro de Rodalies acompañado de las inversione­s correspond­ientes mientras la ministra pone excusas. El Ejecutivo de Sánchez se examinará en las urnas antes que el de Aragonès, pero los catalanes que llegan tarde por culpa de Rodalies no siempre saben de quién es la competenci­a de tanta incompeten­cia acumulada.

Gobernar bien las institucio­nes serviría para prestigiar la causa de un Estado catalán

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